Un nuevo virus muestra una nueva China - Por Martín Cecchi

Un nuevo virus muestra una nueva China - Por Martín Cecchi
Un nuevo virus muestra una nueva China - Por Martín Cecchi

Una nueva enfermedad, conocida como coronavirus o 2019-ncov, ha surgido recientemente en China y se extiende rápidamente hacia el resto del mundo.

Probablemente acarreado por murciélagos, el virus se transmitió a los seres humanos en el mercado chino de Wuhan. Alrededor del 2% de los casos reportados han sido fatales.

Si bien la muy entendible preocupación global por la rápida propagación del virus invade las primeras planas, es importante tomar cierta distancia para distinguir otros aspectos menos urgentes, pero no menos importantes.

Me refiero a la transformación que China ha manifestado en las últimas dos décadas, la cual se evidencia a partir de su respuesta al coronavirus. Hace casi 20 años el país atravesaba una situación análoga a la actual: en 2002, el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (conocido como SARS) se originaba en la provincia china de Guangdong. Se trata de dos enfermedades muy similares: ambas son de la misma familia de coronavirus y ambas atacan los pulmones. Sin embargo, las respuestas de China en ambas ocasiones han sido diametralmente opuestas.

Proponiéndose evitar el pánico y asegurar la continuidad de las inversiones extranjeras y el crecimiento económico, el gobierno de Guangdong ocultó en 2002 la existencia del SARS. Considerándola una noticia potencialmente negativa para la imagen del país, el gobierno chino negó y escondió la enfermedad al mundo exterior. Dicho encubrimiento tuvo inmensos costos en vidas humanas dentro y fuera de China. Si China hubiera advertido al mundo sobre esta nueva enfermedad y compartido el considerable conocimiento que sus médicos ya habían adquirido sobre ella, otros países hubieran podido prepararse para evitar grandes pérdidas humanas. En consecuencia, la imagen global de China se vio seriamente afectada.

La actual crisis sanitaria demuestra que el gobierno chino ha aprendido importantes lecciones. Si bien los funcionarios de Wuhan minimizaron inicialmente los informes médicos y demoraron algunas horas en implementar la cuarentena, la posterior reacción del gobierno chino ha sido extraordinariamente eficaz y responsable. La gripe de Wuhan fue informada a la OMS el 31 de diciembre, muy pocos días después de su descubrimiento. A principios de enero, los científicos chinos identificaron el virus como un tipo de coronavirus, y su secuencia genética fue difundida a nivel mundial. Esto permitió articular una acción global coordinada, dando tiempo y herramientas a los demás países para prepararse antes de que el virus llegue a sus territorios.

China ha organizado e implementado la cuarentena más grande de la historia de la humanidad. Los 11 millones de habitantes de la ciudad de Wuhan y el resto de la provincia de Hubei han sido confinados a un espacio cerrado. El transporte desde y hacia esos territorios ha sido interrumpido. La misma medida aplica a otras 12 ciudades chinas, totalizando aproximadamente 56 millones de personas en cuarentena. Las escuelas están cerradas y se han suspendido las celebraciones tradicionales del Año Nuevo Lunar. Algunas de estas drásticas medidas se han extendido hacia toda China.

Las vacaciones se han alargado, muchas empresas permanecen cerradas y los alimentos se entregan a domicilio.

Estos esfuerzos titánicos no garantizan que la pandemia causada por el coronavirus no será grave. Sin embargo, está claro que la dirigencia china ha aprendido del pasado. El Partido Comunista ha entendido que la creciente jerarquía global de China conlleva grandes responsabilidades, que exigen al país estar a la altura de las circunstancias en todos los frentes. En las últimas décadas China se ha posicionado como líder global en áreas clave (economía, nuevas tecnologías, poderío militar, diplomacia internacional, lucha contra el calentamiento global y -en menor medida- representaciones culturales).

La respuesta al coronavirus demuestra que también en el área de la salud pública el gigante asiático está listo para convertirse en uno de los líderes del presente siglo.

Es importante destacar que no se trata de datos abstractos y remotos, sino de procesos concretos vinculados a resultados tangibles en todo el globo. Argentina es un claro ejemplo de esto. Durante los últimos 15 años, las relaciones comerciales y diplomáticas entre nuestro país y China han crecido intensamente, alcanzando niveles récord. En 2004 China se convirtió en el principal socio comercial agrícola de Argentina, su segundo mayor socio comercial en general (después de Brasil) y su tercer mayor inversor extranjero. En 2016, sólo dos años después de haber firmado un acuerdo que eleva los lazos bilaterales al nivel de una Asociación Estratégica Integral, el comercio bilateral alcanzó los 12.320 millones de dólares.

Resulta claro entonces que Argentina, y en particular la provincia de Mendoza, necesitan generar estrategias sólidas para relacionarse constructivamente con China, convirtiendo la actual coyuntura internacional de tensión comercial con Estados Unidos en una oportunidad. Gracias a su posición geográfica, Mendoza tiene el potencial de convertirse en el punto de conexión entre el eje productivo principal del territorio nacional (pampa húmeda, provincias centrales y costa atlántica) y el Océano Pacífico. Es preciso impulsar a la provincia como territorio generador de productos de alto valor agregado y “puerta de salida” de una gran parte de los productos argentinos hacia las economías asiáticas.

Para ello es imperioso que las instituciones políticas, empresariales y educativas locales reconozcan la importancia clave del gigante asiático como motor de crecimiento global, y realicen un esfuerzo coordinado para desarrollar los recursos humanos y materiales que permitan relacionarse de forma más fluida con China. Desde cursos de chino mandarín hasta la mayor participación en ferias internacionales, pasando por el fortalecimiento de los intercambios académicos, comerciales y diplomáticos, cada iniciativa en este sentido suma a la construcción de nuestro futuro.

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