Un nuevo espíritu en el continente

Fue muy atractivo ver que en el encuentro de presidentes americanos se impusieran las tendencias positivas de diálogo y de encuentro en vez de los tradicionales maniqueísmos entre Norte y Sur. Pero esto es sólo el comienzo.

Un nuevo espíritu en el continente

La reciente Cumbre de las Américas en Panamá fue la más positiva en muchas décadas porque su espíritu de reconciliación y de encuentro fue muy superior a los tradicionales enfrentamientos entre Norte y Sur de América que fueron el eje de los encuentros anteriores por más de medio siglo.

No implicó un cambio sustancial pero se ha iniciado el camino hacia el mismo por la buena voluntad de la mayoría de los gobernantes de nuestro continente.

En efecto, el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba se parece más a una exploración mutua en la que ambos países, sin deponer sus formas de gobierno ni sus posturas ideológicas, están dispuestos a verificar si es posible abrirse uno al otro, lo que para Cuba significaría una bocanada de oxígeno, al menos en la economía, al ver cómo se reduce el apoyo que hasta ahora le brindaba una cada vez más alicaída Venezuela.

Mientras que para EEUU implica algo bastante más profundo que una nueva relación con la isla: una posible convivencia distinta y mejor con América Latina luego de tantos años en que el gigante del Norte había hecho uso y abuso de su poderío para sostener a regímenes de facto.

Fue precisamente Raúl Castro quien señaló la buena voluntad de Barack Obama para que esta utopía de la reconciliación pueda ser posible, sin por ello olvidar que Cuba también deberá hacer muchos deberes, puesto que EEUU haya apoyado gobiernos autoritarios no le quita ni un ápice al autoritarismo y la ausencia de democracia que el gobierno cubano sigue ejerciendo.

De cualquier modo, todos los intentos de reunificaciones son así, difíciles y siempre pendientes de que el menor detalle los pueda hacer volar por los aires, por eso es que América entera deberá tener mucho cuidado para que pueda proseguirse hasta que la integración definitiva se alcance.

Sin dejar de ejercer duras críticas hacia actitudes pasadas (y algunas aún presentes) de los EEUU, la mayoría de los países latinoamericanos resaltaron el espíritu positivo que se respiraba en la gran Cumbre, actitud que lamentablemente no fue seguida por la Argentina, que prefirió mantener las posiciones de enfrentamiento más que abrirse a las tendencias de los nuevos tiempos.

Cristina Fernández de Kirchner no dudó en centrar la mayoría de sus críticas ni siquiera en EEUU, sino particularmente en su presidente Barack Obama, cuando ella no puede desconocer las dificultades que el primer mandatario tiene en su propio país para imponer sus posiciones frente a un Congreso dominado por republicanos, que repudian el acercamiento a Cuba.

Como queriendo echar sal en la herida, la Presidenta argentina le atribuyó prácticamente todo el mérito del nuevo diálogo al triunfo total de la Revolución Cubana sobre las pretensiones pasadas y presentes de los EEUU, algo desde todo punto de vista provocativo, además de falaz, porque no es posible que un reencuentro de tamaña magnitud pueda realizarse por el triunfo de una parte sobre la otra, sino porque las dos tienen necesidades políticas que requieren sustentarse en el apoyo mutuo.

Se ha hablado de la caída de un muro muy poderoso entre las dos Américas, lo cual no implica que nadie se haya impuesto sobre nadie, ni que uno haya triunfado sobre el otro. Por el contrario, lo que debe resaltarse es un triunfo de los moderados sobre los fundamentalistas en ambos países, y en general en todo el continente a juzgar por la simpatía mayoritaria con que contó tan trascendental acercamiento.

La Argentina, siempre proclive a aislarse y a mirar su propio ombligo por encima de todo, debería más bien abrirse a este nuevo espíritu americano y contribuir con todos sus recursos culturales, que no son pocos, a ayudar en este nuevo tiempo a conformar un continente más integrado, donde un Mercosur recuperado de su actual intrascendencia (de la cual el gobierno argentino tiene mucho que ver) sume a los países del Sur a una nueva cruzada en la que se puede dialogar con el poderoso del Norte desde un criterio de igualdad.

Esta es una oportunidad única y no deberíamos dejarla escapar por sectarismos e intolerancias que han demostrado a lo largo de la historia que han sido siempre parte del problema y no de la solución.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA