Pese a todas las dificultades económicas como la falta de mercado, baja en los precios de uvas y vino, altos costos de mano de obra, escasez de financiamiento, entre otras; nuestros productores con un gran esfuerzo levantaron su cosecha.
Según prestigiosos enólogos la calidad de las uvas que se produjeron este año fue excelente. El informe del INV, al 5 de mayo, observa que se llevan cosechados en Argentina 24.531.821 de quintales (Qq), tan solo 4,05% menos que el acumulado del año anterior. Pese a estos datos resulta preocupante que no se logren resolver problemas estructurales como la falta de equilibrio del mercado, la disminuición de stock y sobre todo, la falta de distribución equitativa del ingreso a lo largo de la cadena productiva, donde el productor lleva el mayor riesgo y recibe la menor rentabilidad de su producto.
Desde nuestra institución, el gran problema que nos sigue preocupando es la situación paradójica en que nos encontramos en este momento, donde el viñatero necesita cada vez producir más para lograr su rentabilidad frente a un mercado que decrece año tras año. No nos equivocamos cuando frente a propuestas que sugerían destinar tan solo alrededor del 12% de la producción a mosto, propusimos y defendimos destinar como mínimo un 25%, logrando reducir más excedentes en el mercado, y evitando una baja aún más pronunciada en el precio del vino.
El apoyo al sector debe ser todo el año, no solo cuando nos acercamos a la cosecha ya con los números más o menos precisos, pues cualquier demora en la toma de medidas y/o decisiones, se traduce luego en problemas acumulados, perdidas de fuentes de trabajo, de infraestructura productiva, etc. más difíciles de resolver, culminando siempre en perdida de hectáreas cultivadas por nuestros pequeños productores. El fondo anticíclico si bien mostró un avance institucional entre los distintos partidos políticos y las organizaciones a la hora de ponerse de acuerdo en las problemáticas del sector y las herramientas acordes a afrontar las mismas, siempre terminamos de la misma forma, aferrados a medidas burocráticas y poco efectivas que parten de un poder público que actúa tardíamente. A modo de ejemplo podemos citar el operativo de compra de uva para mosto por parte del gobierno, el cual debido al excesivo formalismo dejó a varios productores y/o contratistas fuera del programa.
Con respecto a las demás herramientas de este fondo (incentivo económico para la inmovilización del vino de color para ser exportado a granel y el Bono Fiscal para apoyar la exportación de vinos a granel) creemos que ya deberían haber entrado en marcha hace meses atrás, pues la gran mayoría de las operaciones comerciales de productores primarios con bodegas, están casi cerradas. Si bien somos conscientes que esto ayudará a tonificar el precio del vino y beneficiará a varios productores que elaboraron a tercero; consideramos fundamental que dicho operativo se ejecute cuanto antes, pues no cumplirá su objetivo en caso de demora ya que perderá sentido si el precio de la uva/vino sube una vez cerrada las operaciones entre productores y bodegas.
Con respecto a los costos de producción, ya hemos expresado la alta incidencia de la energía eléctrica, como así también de los costos laborales e insumos. Según el informe presentado por la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas en estos días, el poder adquisitivo del vino tanto de un productor de tinto genérico como de blanco genérico sigue evidenciando gran deterioro a marzo 2019. En el caso del vino tinto se requiere entre 60% y 190% más de vino que el mismo mes de 2018 (dependiendo el bien) para adquirir determinados bienes; siendo en el caso del vino blanco entre un 30% a 144%. Este deterioro afecta directamente al viñatero; estando este integrado o no.
A este preocupante deterioro del poder adquisitivo del productor, se le debe sumar la constante caída del consumo provocada por las distintas políticas nacionales que secan el bolsillo del consumidor, las cuales deben ser salvaguardadas por una intervención de medidas dirigidas hacia el sector.
En este sentido, estamos convencidos que desde la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) donde se encuentran representados todos los sectores de nuestra vitivinicultura, es necesario seguir trabajando con autocrítica y diálogo sobre las problemáticas de nuestro sector, buscando alternativas de políticas público privadas que puedan realmente mejorar la situación del eslabón más débil de la cadena, el viñatero.
Por toda esta reflexión es que pedimos al sector político tomar de manera urgente las medidas que establece el fondo anti-cíclico, a fin de tonificar los precios, retirar excedentes y liberar cuanto antes las partidas destinadas a la ayuda de los trabajadores vitícolas. Además se deben generar líneas de financiamiento realmente accesibles, con el único fin de que el viñatero pueda seguir produciendo y así continuar apostando a dar trabajo e invertir en su lugar de desarrollo.