En una historia de sobrevivencia que sus médicos calificaron como extraordinaria, un niño de 22 meses de edad de Pennsylvania, cuyo cuerpo inanimado fue sacado de un arroyo helado, fue reanimado después de una hora y 41 minutos de resucitación cardiopulmonar, sin sufrir virtualmente ninguna secuela permanente.
Gardell Martin regresó a su casa del hospital el domingo, y sus doctores dijeron el jueves que se ha recuperado por completo.
"No es sólo extraordinariamente inusual que el chico haya vuelto a la vida, sino que lo más extraordinario es el tiempo en que se recuperó y la plenitud de su recuperación'', dijo el doctor Frank Maffei, director de la unidad pediátrica de cuidados intensivos en el hospital Infantil Janet Weis de Geisinger, en Danville. "Las estrellas y la Luna se alinearon, y él tuvo un ángel en su hombro''.
Gardell y dos de sus hermanos había salido a jugar el 11 de marzo cuando él cayó al arroyo que corre a través de la propiedad de dos hectáreas (cinco acres) de la familia, cerca de Mifflinburg, y fue arrastrado por la fuerte corriente.
Su hermano de 7 años, Greg, corrió a la casa y gritó que no podía encontrar a Gardell.
La madre de los pequeños, Rose Martin, realizó una búsqueda rápida en la propiedad antes de darse cuenta que su hijo menor probablemente había caído al arroyo, el cual estaba crecido debido al derretimiento de nieve. La mujer llamó al servicio de atención de emergencias mientras sus dos hijas adolescentes recorrían la orilla del arroyo en una búsqueda frenética de su hermano pequeño.
Un vecino encontró a Gardell a casi 400 metros de distancia, enredado en una rama de árbol y con agua brotando a su alrededor.
Momentos después llegó una ambulancia, sus tripulantes no encontraron pulso en el menor y comenzaron la reanimación cardiopulmonar, la cual continuó durante 101 minutos ininterrumpidamente en la ambulancia, en un hospital comunitario, a bordo de un helicóptero ambulancia y, finalmente, en la sala de emergencias del hospital Janet Weis, el ala pediátrica del Centro Médico Geisinger, donde un equipo de aproximadamente 30 médicos y enfermeras actuó para salvar al pequeño.
La temperatura corporal de Gardell era de 25 grados cuando llegó al hospital, 11 menos de lo normal. En este caso, la profunda hipotermia del niño actuó a su favor, disminuyendo drásticamente su metabolismo y proporcionando a sus órganos "cierto grado de protección contra un paro cardiaco'', dijo el doctor Maffei.