Un nene mendocino se desmayó en el Paso a Chile y su papá vivió una verdadera odisea

El procurador adjunto de la Corte de Mendoza, Fernando Guzzo, escribió una carta abierta contando todo lo que le tocó vivir en la frontera.

Un nene mendocino se desmayó en el Paso a Chile y su papá vivió una verdadera odisea

Una familia mendocina vivió una verdadera odisea en el Paso a Chile cuando retornaban de sus vacaciones en las costas del Pacífico. Uno de sus integrantes, un nene menor de edad, se descompensó en la alta montaña y su papá sufrió distintas malas circunstancias que lo llevaron a escribir una carta pública contando todo lo que padeció.

El señor es Fernando Guzzo, procurador adjunto de la Corte de Mendoza, quien denunció que su hijo "sufrió un desmayo producto de 6 horas de espera sin agua en los baños que las mujeres han decidido compartir con los de varones".

De allí en más relata una serie de deficiencias en el personal que trabaja en el Paso Cristo Redentor. Algunos, destaca, si decidieron ayudarlo. Otros, comenta, hicieron lo contrario a pesar del mal estado en el que se encontraba su pequeño.

Aquí la carta abierta.

Leo las noticias de los diarios de hoy, como las de ayer, como las de hace décadas, y tengo también la posibilidad de narrarlas en primera persona. 
Eran  las 10 20 del caluroso 28 de febrero cuando tuve que detenerme a 2,3 km del centro fronterizo, hasta el ingreso al playón tarde 3 horas donde se podían ver rostros de fastidio, quejas de todo tipo acompañadas por constantes e inútiles bocinazos entre charlas de conductores desconocidos que solo hablan de los precios accesibles del vecino país, de porque allí las cosas simplemente funcionan, de por que cuando cruzamos la frontera somos capaces de comportarnos civilizadamente y respetar las leyes.

Cuando siento que por fin estoy próximo a la cabina para comenzar los trámites que saben casi a libertad, observo que,  en sentido de marcha se numeran extrañamente con 1, 2 4 y 3, como una postal más de una burocracia absurda y sin sentido.

Todo marcha bien, y el señor de la oficina 3 retiene mi control de barrera, convencido de que lo ha hecho involuntariamente se lo requiero y con total convicción, y como si supiera de que se trata, me afirma que ya no se entrega más luego en gendarmería y que todo queda alí.

Mientras el agente de aduanas revisa, más bien simula hacerlo los pocos elementos que hay en el equipaje, pero no repara en el estuche de una guitarrra que he comprado, y sin siquiera abrirlo para comprobar la veracidad de su contenido, ni de su real valor, centra su atención en una juguera, una plancha y pava eléctrica, de esos que se consiguen a precios sumamente convenientes en cualquier supermercados del vecino país, de esas marcas que nosotros no tenemos por que no la fabricamos, no las importamos, no podemos acceder a ellas de la misma manera que no podemos acceder a otro montón de cosas que solo las vemos fuera de nuestro territorio, en eso si se detiene, allí si vemos como se protege nuestra industria nacional de estafas en relación calidad, variedad y precios, ahora sí controla minuciosamente el valor de los tickets.

Cuando veo la luz al fin del cobertizo y huelo el aire puro de la libertad, mi hijo sufre un desmayo producto de 6 horas de espera sin agua en los baños que las mujeres han decidido compartir con los de varones.

Lo llevo a una enfermería colapsada tiene solo 7 de presión, necesitan colocarle dos sueros, lo que lleva 2 horas más. En ese tiempo oigo la conversación del médico, el Dr. Céspedes, sumamente atento y capaz,  con tres oficiales mujeres del escuadrón de Compañía de Cazadores, recuerdo que una de ellas era de apellido Martinez, hablando de las falencias de cada uno de ellos, falta de médicos, de ambulancias, de insumos, no es otra cosa que lo que refleja la precaria enfermería, y no puedo de dejar de decirles que es realmente lamentable ver en las condiciones en que trabajan. 
 Lo llevo a una enfermería colapsada tiene solo 7 de presión, necesitan colocarle dos sueros, lo que lleva 2 horas más.

En ese tiempo oigo la conversación del médico, el Dr. Céspedes, sumamente atento y capaz,  con tres oficiales mujeres del escuadrón de Compañía de Cazadores, recuerdo que una de ellas era de apellido Martinez, hablando de las falencias de cada uno de ellos, falta de médicos, de ambulancias, de insumos, no es otra cosa que lo que refleja la precaria enfermería, y no puedo de dejar de decirles que es realmente lamentable ver en las condiciones en que trabajan.

Cuando el médico me indica que ya su presión es de 10 me sugiere que baje lo antes posible y la pérdida de altura ayudará a compenzarlo. Emprendo la fuga a las 18, pero a poco andar frente a cazadores me piden el control de barrera que me habían asegurado en tres oportunidades y casi con molestia que no debía conservarlo yo.

Doy cuenta de ello al suboficial de gendarmería y se limita a señalar que no es su problema, que he sido mal informado y que regrese.

Le exhibo el estado de salud de mi hijo, sus dos brazos con gasas y cintas por los sueros que le han aplicado, se mantiene impávido y burlón, desciendo de la camioneta y pido hablar con su superior, un segundo Comandante que sin escuchar lo que le digo, frente a todos los demás viajeros me dice que si no cumplo la orden me arresta por desobediencia, amaga con sacar las esposas, hasta que producto de la intervención de personas a las que ni siquiera conozco interceden simplemente para que escuche y vea la realidad de la situación, recién ahí, y luego de varios minutos de prepotencia me dice que si estaba con un enfermo podía seguir, como si fuere una novedad luego de los 25 minutos en que solo intente que entendiera que eso era lo que le había dicho desde el inicio.

Sin presentar el control de barrera, continúo y arribo a casa a las 20 hs.

Cuando intento dormir no puedo dejar de pensar en tantas falencias, en tanta falta de capacitación de una burocracia absurda donde nos demoras horas para no hacer su trabajo como corresponde, de aquellos en que intentan hacer bien su trabajo pese a no tener prácticamente con qué, de que hay eficiencia en un papel que no hace a la seguridad, a la protección de la economía, que nunca me topé con un control policial, que nunca nadie requirió mi seguro obligatorio, que jamás pidieron la documentación de mi vehículo, de mi carnet de conductor...... antes de dormirme he encontrado muchas explicaciones de por qué somos una sociedad, un país y un estado imposibilitados de crecer, no tenemos objetivos claros y no sabemos lo que hacemos ni por qué

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