El fallo de la Corte que puso límites a la reelección de intendentes llegó como un oportuno presente para el gobierno de Cornejo en tiempos electorales definitorios, como los que se aproximan.
Al margen de si la fecha elegida por los miembros del máximo tribunal para expedirse fue oportuna o no, por la cercanía de las PASO, está claro que la decisión mayoritaria de los jueces le da un fuerte espaldarazo al Gobierno.
Si bien es admisible que en estos tiempos la ciudadanía esté especialmente pendiente del rumbo de la economía, también se debe tener en cuenta que un amplio sector de la sociedad no concuerda con la sujeción indefinida de los políticos a sus cargos, o en todo caso a ciertos cargos.
No cabe ninguna duda de que los cuatro jefes departamentales que condujeron, con su planteo de inconstitucionalidad al decreto de Cornejo, a que tuviese que expedirse la Corte parecen gozar de “buena salud” en lo político y se encaminarían a una cómoda re-reelección en la cita desdoblada de setiembre.
Pero la decisión de la Justicia los coloca en una vía muerta para el cargo que vienen desempeñando luego de los cuatro años más a que aspiran.
Saben que ésta es la última chance, como bien señaló la Corte con total razonabilidad.
Tras esa decisión mayoritaria proveniente de los máximos estrados de la Justicia, los “caciques” de San Rafael, San Martín, Tunuyán y Lavalle ya saben que en el rango institucional en el que se eternizaron competirán por el último trofeo consecutivo.
No es un detalle menor.
Por lo menos hasta ayer no se daba en el justicialismo local algún tipo de lectura oficial del fallo y sus consecuencias.
El sector interno de los intendentes ya viene algo golpeado luego del impacto que significó que Alejandro Bermejo, justamente el único de los cinco jefes peronistas que no fue a la Justicia, perdiera la pulseada interna con la lista de La Cámpora en las primarias provinciales.
Pero, en general los dirigentes con más experiencia política toman lo ocurrido como una pulseada fuerte que el cornejismo le ganó hábilmente al PJ en el terreno judicial.
La votación, dividida y apenas justa a favor del decreto del Gobernador, les permite a estos dirigentes sacar dichas conclusiones.
Sin embargo, es en general compartida por todos ellos la idea de una sola reelección para todos los cargos electivos, en especial los ejecutivos.
En realidad, algunos de los más expertos y prudentes dirigentes del peronismo mendocino lamentan que una vez más haya transcurrido un período constitucional, de gobierno, sin que el muy anhelado y postergado debate por una reforma constitucional seria y consensuada pudiese avanzar.
Y hasta hay quienes se atreven a diferenciar estilos aun bajo el mismo paraguas protector partidario, como, por ejemplo, el marco de debate que pretendió lograr con ese propósito reformista la vicegobernadora Montero en contraste con la premura e impaciencia política de quienes en nombre del Gobernador en distintos momentos plantearon reformas que no cuajaron (la ampliación del número de miembros de la Corte es un ejemplo) precisamente por ese ímpetu a veces desmedido.
Pocas veces hubo intentos a través del diálogo, señalan desde el peronismo legislativo.
Otras voces, más críticas, prefirieron relativizar los alcances del fallo y no dudaron en considerar que el mismo es aprovechado por el Gobierno para desviar la atención de la gente en la semana previa a la votación.
En cambio, por el lado del radicalismo hay una muy clara satisfacción que a esta altura de los acontecimientos no se detiene tanto en las formas sino en los resultados obtenidos. Es un fallo de la Corte y punto. Desde ese punto vista, postura inobjetable.
El desbordante conformismo en la UCR tiene varias explicaciones.
Al margen de lo coyuntural del caso que dio paso a este fallo, siempre hubo un importante número de dirigentes y juristas vinculados al partido que se expresaron a favor de una reforma constitucional en la provincia.
La exigente cláusula impuesta por el llamado “fallo Kemelmajer” hizo que muchos temieran en la posibilidad de un desborde reformista sin la existencia de la misma, como pasará a partir de lo dispuesto por la Corte en esta instancia.
Sin embargo, los más cautos en el oficialismo advierten con relación a este asunto que el mecanismo de reforma mediante enmiendas seguramente podrá ser más accesible a partir de ahora y eso contribuiría a avanzar con cambios demorados si es que no se puede consensuar en el futuro un proceso de reforma amplio.
La otra cara de la euforia radical tiene que ver directamente con el Gobierno.
El fallo del máximo tribunal se dio a conocer en el mejor momento, a una semana de una elección crucial para el cornejismo por todo lo que implica para el oficialismo local quedar a salvo del mal momento del gobierno de Macri, que se traduce en la incertidumbre reinante con respecto a qué resultados arrojarán las urnas en estas primarias.
Para muchos observadores del derrotero político provincial, el aval judicial al decreto de Cornejo que reglamentó la enmienda no reeleccionista, independientemente de que se esté a favor o en contra de “tocar” en adelante la Constitución provincial, le dio la oportunidad a la actual gestión de lograr lo que nadie había podido obtener en treinta años, lo cual no es un aspecto menor.
Los más satisfechos apuestan algo más y aseguran que el respaldo judicial en este caso se sumará a una suerte de impronta del orden público que identifica claramente a Cornejo y su gobierno.
Es decir, atribuyen a un mérito de gestión haber podido sembrar en el tradicionalmente cerrado ámbito de la Corte una resolución que marca un nítido rumbo diferente.
De todos modos, no debe dejarse de tener en cuenta que, independientemente de su fracaso para intentar ampliar el número de miembros del máximo tribunal, Cornejo supo aprovechar los huecos que dejaron las vacantes en la Corte marcadas por el paso del tiempo.
En esa línea sumó a dicho cuerpo a dos abogados de su entera confianza, José Valerio y Dalmiro Garay, Pero fue éste, su primer ministro de Gobierno y gran artífice de los proyectos de reforma en el ámbito de la Justicia que logró movilizar Cornejo desde el arranque, su más fiel intérprete a la hora de buscar darle marco legal a las políticas pensadas por el Ejecutivo.
Cómo no imaginar, por lo tanto, la coordinación de la melodía por parte del ex funcionario cornejista en los cuatro votos que le dieron al jefe del Ejecutivo la mayoría triunfal en esta coyuntura.
Mérito muy grande si se tiene en cuenta que dos de esas expresiones provinieron de históricos del tribunal que tantas veces vieron caer iniciativas entrampadas en la hasta ahora pétrea cláusula no reformista.
Por último, Cornejo se debía una sonrisa ante los jefes departamentales opositores, con los que por las vueltas de la política no tuvo en su gobierno la relación que esperaba.
Sonrió con su equipo luego de este fallo, que, como señalamos antes, le dio un logro político que otros no obtuvieron en años, en algunos casos por no atreverse.
Una sonrisa que en pocos días más las urnas dirán si sigue o no.