Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
“La Capital Federal sigue quedando a mil kilómetros de distancia de Mendoza, pero el ministro Buryaile se va alejando cada día más. Tenemos un ministro demasiado lejos”, dijo un dirigente gremial empresario al recordar aquella película de décadas atrás: Un puente demasiado lejos. La queja tiene una fuerte dosis de fundamento.
El ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación, Ricardo Buryaile, concurrió a la Fiesta de la Vendimia y, en el Desayuno de la Coviar, se comprometió a mantener una relación permanente con la industria. Sin embargo, con el correr de los días esa relación se fue enfriando y la dirigencia no tiene acceso al ministro, a pesar de los pedidos de audiencia realizados.
Para los dirigentes, la reunión con el funcionario es imprescindible. “Hay empresas en emergencia laboral e impositiva”, dijo una fuente, la que agregó que si no se actúa de inmediato las consecuencias pueden ser importantes en razón de que a partir de junio comienzan las tareas culturales en las fincas con miras a la próxima cosecha, mientras las bodegas van diagramando el trabajo a realizar en el mediano y largo plazo.
“Las economías regionales son mucho más complejas que en la Pampa Húmeda, pero todo lleva a indicar que la preocupación del gobierno nacional se centra en los granos y las carnes, olvidando lo que ocurre con el vino o con las frutas”, dijo un legislador de la oposición, quien intentó “politizar” la situación al indicar que “la política económica la establece la Fundación Pensar, que es la usina de ideas del PRO, mientras el ministro Buryaile es de extracción radical. Allí radica la diferencia, a pesar de que se insiste con que están trabajando en conjunto”, indicando que la prórroga del impuesto al champán se produjo como consecuencia de la influencia de dirigentes mendocinos y no por una gestión del ministro.
Dirigentes de la Coviar viajaron en el curso de la semana pasada a Buenos Aires para concretar gestiones ante el Congreso de la Nación a los efectos de lograr acuerdos sobre distintos temas.
Uno de los asistentes, ante nuestra consulta sobre si la industria está mejor o peor que antes, respondió que “estamos mejor, porque las medidas implementadas a principios de año, como la eliminación de las retenciones y la devaluación nos han hecho más competitivos, mientras la política implementada nos abre las puertas al mundo. Pero también podríamos sostener que estamos peor, porque 75 % de la industria vive del mercado interno y estamos en recesión. Esta última situación ha generado que siga cayendo el consumo, que llega a un 8 por ciento menos y comienzan a aparecer los cheques rechazados”.
Siempre en relación al consumo, destacó que “está cayendo porque la gente no tiene plata para comprar” y dijo que la industria está haciendo un esfuerzo, reduciendo al máximo los márgenes de ganancia. “Hemos llegado a la conclusión de que un tetra sale igual o menos de lo que uno le da a un trapito para que le cuide el auto”, indicó. En ese esquema, señaló que la gente se está empezando a inquietar, “aun a pesar de que en Mendoza el ministro Vaquié mantiene las puertas de su despacho abiertas y nos recibe, pero no puede hacer nada ante las decisiones nacionales”.
Volviendo a las gestiones de la Coviar, se indicó que están trabajando en tres temas: la ley de uso de jugos naturales para la edulcoración de gaseosas, un aspecto en el que la industria está sintiendo los efectos de las grandes multinacionales; el dinero destinado a la lucha contra la polilla de la vid, en razón de que por ley se estableció un giro de 300 millones de pesos, pero hasta el momento sólo han llegado 60 y el programa Proviar II, que destina un monto del BID para programas de desarrollo, tanto para los productores como para la incorporación de tecnología a las bodegas chicas.
Para los dirigentes, la vitivinicultura ha ido superando las etapas como consecuencia de su propia estructura y del trabajo desarrollado a lo largo de los años. “Pero ahora resulta muy difícil trabajar por los aumentos en la energía y los combustibles; los incrementos que podrían producirse en las paritarias, esencialmente porque 70% de los costos es salario y también por las altas tasas de interés. Los grandes compradores pagan con cheques a 90 días y ellos cobran las ventas al contado; un pingüe negocio con tasas de interés al 38%. El sector de la comercialización está avanzando por sobre el de la producción”, señaló la fuente.
El Este
El Centro de Viñateros y Bodegueros del Este se expresó, a través de un comunicado, sobre la visión de la industria en la actualidad: "La Zona Este registró 50% menos de producción en relación a 2015, o sea, una pérdida que supera largamente los $1.000.000.000. El dato ya es suficiente motivo para justificar la desazón que se percibe en la mayor parte de la comunidad vitivinícola del territorio que, además, durante los últimos años tampoco tuvo rentabilidad. Pero cuando parecía que no podía ser peor -por el contrario, se habían generado expectativas de alivio- se disparó la inflación con los primeros pasos de un 'sinceramiento' brutal de la economía y con ella otro duro golpe al sector productivo mediante una avalancha de incrementos de impuestos, tasas y servicios tanto municipales como provinciales y nacionales. Los supuestos beneficios de una devaluación se diluyeron en la tormenta inflacionaria y la eliminación de las retenciones fueron superadas por los incrementos verificados".
Se refiere a los costos, indicando que “en el caso de la energía eléctrica, se ha hecho sentir con aumentos de hasta 200 % (caso tarifa de riego agrícola) y aún superiores en el caso de las bodegas sorprendidas en plena elaboración. Respecto de Irrigación, el canon se volvió a incrementar por encima del 30% aplicado sobre el ya abultado canon 2015 y el gasoil ha superado el 30% en lo que va del año e influye en el aumento de otros rubros, como repuestos, fletes, etc. Respecto del rubro insumos, siguieron el ritmo de la devaluación en tanto precios dolarizados.
“La tonificación de precios no alcanza a compensar el desfasaje. Sin existencias de vinos o en el mejor de los casos habiendo cosechado la mitad de la producción, la situación para el productor no es mejor, es peor. La cuenta es fácil: (100 litros a $ 1,80 = $ 180; hoy 50 litros por $ 3.20 = $ 160). Se dice que el esfuerzo debe ser compartido pero la realidad es que en materia vitivinícola los platos rotos los sigue pagando el mismo sector de siempre, mientras se sigue profundizando la brecha a favor de un modelo vitivinícola que favorece a un reducido sector”, concluye.