Si se va hacia el este de la ciudad de General Alvear por avenida Circunvalación puede observarse escrita una frase en la pared de un baldío que reza “La vida es darse, no hay alegría más alta”.
Esas palabras fundamentan la idea que moviliza el día a día de Analía Alonso, una mujer alvearense que pasó por momentos muy difíciles pero que decidió cambiar el rumbo ayudando a los chicos de los barrios más vulnerables con la creación de un merendero.
No fue fácil la vida para Analía, desde joven sufrió los avatares más duros. “Mis papas se separaron cuando yo tenía 15 años, ahí me case. Esa parte de mi vida fue muy difícil. Fueron 7 años de consumo de drogas, violencia y maltrato. Tuve ataques de pánico y estrés crónico”, comenta con crudeza.
Y agrega: “busqué una solución y en la iglesia encontré un refugio. Tras mucho andar, cambié mi vida radicalmente. Formé otra pareja con Leo Lara, tengo tres hijos y espero un nietito” .
Un día salió a ver qué pasaba en su ciudad y entonces una inquietud le nació desde adentro. “Cuando me estaba recuperando, mi mama me regaló un Renault 12 y entonces empecé a recorrer los barrios de Alvear y vi en la calle Circunvalación una piecita que estaba desocupada y pensé que sería bueno ayudar a la gente que la estaba pasando mal”, dice Analía.
De ese impulso solidario nació el “Merendero Circunvalación”, un 12 de agosto de 2012. “Empezamos a darle jugo y alimento a los chicos que se acercaban de a uno. Después de 5 años tras muchas luchas y puertas golpeadas conseguimos un terreno donde construimos un salón comunitario. Es un trabajo a pulmón que realizamos con los vecinos del barrio y las madres” afirma con orgullo.
Hoy son más de 70 los chicos que se acercan a tomar la leche con pan y dulce. Además los sábados prestan el servicio de comedor con un almuerzo en el que asisten más de 100 personas entre niños y adultos. Los chicos vienen de distintas zonas del departamento como los barrios El Inmigrante, Circunvalación, San Carlos, Mataderos, Calle 5 y Costa del Atuel.
“Vamos a ampliar el salón en los próximos días. Junto a nosotros trabajan más de 30 madres y los profesores que nos envía la Municipalidad”, comenta Analía. Y agrega que otra vecina, “Rosa Pérez, nos da la carne todos los viernes y la iglesia adventista nos provee alimentos”.
Actualmente tienen tres canchas donde entrenan los equipos “Las panteras” de fútbol femenino y “Los pumitas” de fútbol infantil. “Ya sumamos apoyo escolar, talleres de manualidades de costura y baile” agrega Amalia.
La mujer solidaria contó que en estos últimos años se ha incrementado la cantidad de chicos que necesitan cubrir las necesidades básicas. En la zona hay muchos trabajadores informales (albañiles, cosechadores) que no siempre tienen trabajo.
Analía Alonso asegura que el giro que le dio a su vida no lo hubiera imaginado ni en el mejor de los sueños. Ese cambio es responsabilidad exclusiva de su tesón y espíritu solidario.
“Estoy muy contenta nunca imaginé que iba a vivir este presente. Estamos demostrando que los chicos no nacen delincuentes y que es fundamental la contención en las zonas vulnerables”.