Desde hoy y hasta el 10 de octubre se realiza, en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, la Segunda Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Argentina. El encuentro, que apunta a promover el arte nacional y del exterior, convoca a creadores de distintas disciplinas, además de especialistas, periodistas, galeristas y críticos del mundo para compartir muestras, seminarios de capacitación y visitas a museos y talleres.
Un destacado jurado integra la confluencia, con nombres como los del profesor Gregorio Luque, el artista Vito Campanella, el americanista Ponciano Cárdenas, el creador y teórico Gyula Kosice y la directora de la Bienal, María Elena Beneito.
Entre los artistas que forman parte del encuentro figura el mendocino Octavio Tapia, que expone cuatro dibujos de mediano formato realizados en técnicas mixtas. Biromes, tintas y lápices de colores son algunos de los materiales incluidos en las ilustraciones de su autoría, mezcla de figuración, simbolismo y surrealismo, en las que prevalecen las tramas.
“Desde lo temático no condiciono el ojo del otro y queda abierto a la interpretación. Cada uno descifra de acuerdo a su contenido y yo busco vincularme con el otro sin condicionamientos”, asegura. Disconforme con la nula ayuda del Gobierno provincial para costear los gastos de traslado y gestión, Octavio acudió a la ayuda familiar, el autofinanciamiento y la colaboración desinteresada de la asesora y productora de arte Adriana Puebla quien, además de ofrecerle los pasajes, escribió el texto del catálogo.
Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes, Octavio Joaquín T. encuentra en maestros como Romairone, Retamosa, Barroso, Sarelli o Scacco a grandes referentes. Desde 1970, este mendocino con premios y menciones integra exposiciones individuales y colectivas en la provincia, Buenos Aires, Salta, Córdoba, Chile, Brasil o España.
Pero no sólo eso: de un tiempo a esta parte la docencia lo acercó a compartir el arte como terapia y a desarrollar las disciplinas plásticas como alternativa de inclusión en cárceles, hospitales psiquiátricos, personas con trastornos alimenticios y uniones vecinales.
Esta vez, Joaquín T. arriba a la gran ciudad para compartir con el público sus últimos trabajos que, al decir de Puebla, “tienen una fragilidad emotiva que nos remite a extrañas conexiones” y que delatan su altruismo, su voluntad y su serenidad ante la vida.