"Estas cosas sirven para ayudar pero también para que la gente no se quede quieta. Moví cielo y tierra para informarme. Entre el viernes y el sábado tire las líneas del mecanismo, desarrollé tres modelos, elegí el más seguro. El domingo preparé los planos en 3D. He dormido tres o cuatro horas por día. Ahora empezamos a hacer el prototipo. La máquina se llama AR, porque es un asistente de respiración pero también por Argentina".
El que habla es Mauricio Barrera (41), un técnico mecánico industrial de San Martín, con estudios en ingeniera electromecánica; casado con una docente, Ivana, docente; tres hijos: Emiliano, de 6, Agustín, de 4, y Valentina, una nena de un año y medio.
Frente a los posibles efectos de la pandemia en nuestro país, a la vista de los que pasa en Italia o España, el jueves pasado, Mauricio decidió que "tenía que ayudar". Se dio una vueltita por internet y vio que "todo el mundo está haciendo barbijos y máscaras y que la gran carencia a nivel mundial son los respiradores mecánicos", máquinas de alta tecnología que tiene un valor de 700 mil pesos y más.
Su deseos de ayudar se juntaron con su curiosidad de inventor y sus habilidades prácticas –"yo hago máquinas, hace 20 años que hago máquinas"- y desarrolló –inventó, creó- un diseño local, basado en experiencias internacionales, un "asistente de respiración" que tiene muchas ventajas: bajo costo (el básico, costará unos 30 mil pesos), rápida fabricación en serie, transportabilidad, autonomía de 24 horas y fácil manejo.
¿Para qué sirve?
Un asistente de respiración es un aparato que puede hacer funcionar un resucitador manual, o bolsa autoinflable o Ambú –esos "globos" con mascarillas que usan en las películas para auxiliar heridos cuando llegan a un hospital- de forma constante. Es decir que, con este asistente no se necesita un operario que esté apretando el globo constantemente, algo imposible de hacer en la práctica.
Si bien no puede reemplazar a un respirador mecánico, es un dispositivo que puede ser muy útil para contagiados de baja y media complejidad que requieran asistencia mecánica para la respiración, atención en guardias y ambulancias y, también cuando el enfermo está en fase de recuperación.
"El lunes fui al a UNCuyo y me reuní con 14 médicos e investigadores, les mostré los planos, ellos hicieron algunas sugerencias, yo les dije que esto era un modelo básico, que lo podíamos mejorar con más electrónica. Lo fundamental es que ellos tienen 50 Ambú disponibles", dice Barrera, indicando que "cuando expliqué el proyecto los médicos e ingenieros se asombraron, querían ver cómo funcionaba y vieron que ante la falta de respiradores, puede ser una buena herramienta".
Resumiendo, el proyecto que Barrera desarrolló en MB Ingeniería -su propia empresa dedicada a la fabricación de máquinas para la agroindustria- ha sumado nuevos protagonistas: profesionales de la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la UNCuyo, bioingenieros de la UM e Impsa S.A + ICSA, que se encargará de la fabricación en serie.
"Soy una persona que actúa cuando hay una necesidad y si está a mi alcance poder ayudar, lo hago, Creo que estoy más ligado a la empatía, me importa lo que pasa con la salud de mi familia y de todos. Podría haberme quedado en casa en la cuarentena esperando que pase todo esto pero ¿hasta cuándo? Mucha gente aún no se da cuenta pero es momento de actuar", dice Barrera.
Practicidad y rapidez “made in” San Martín
Mauricio Barrera dice que cuando vio otros proyectos europeos de desarrollo de respiradores, notó que eran caros y lentos.
"Mecánicamente vi que era algo viable. Pero ellos estaban usando impresoras 3D para hacer prototipos y las impresoras demoran mucho tiempo en hacer las piezas. Yo industrialice el diseño para que se haga con tecnología industrial CNN", cuenta el "inventor"
Luego también utilizó "arduinos", unos circuitos electrónicos que son de uso frecuente y baratos, entre otra tecnologías a su alcance.