Gerardo Blanquer es mendocino, tiene 27 años y si bien hace más de dos años que está viviendo lejos de su Las Heras natal (en 2012 se mudó a Francia, donde se casó con Veronique), es la primera vez que vive un Mundial de fútbol lejos de su país. Si a esto se le suma que la última vez que la celeste y blanca llegó a una final del Mundial estaba cerca de cumplir 4 años (1990), son condimentos que hacen que estos días sean más que especiales en la vida de este inquieto joven.
En lo que va de Brasil 2014, le ha tocado ver los partidos de Argentina en Camboya, en Tailandia y en Myanmar, países por los que se encuentra viajando y haciendo un voluntariado (en el caso de Camboya), siempre en bares o en la soledad de su cuarto de hotel, lugar que elige para poder “sacarse” a la hora de festejar sin que lo miren mal.
“El miércoles, para el partido contra Holanda, lloré. Pero por la hora del partido, lo vi en el hotel de Myanmar donde estoy y no pude gritar”, destacó. Y sí, la definición por penales contra Holanda terminó a las 5.35 de aquel país y, más allá del desenfreno, no era hora para andar gritando por los pasillos del hotel. Mucho menos para salir solo a la calle.
“Los primeros partidos los vi mientras estábamos en Camboya, país futbolero si los hay”, reconstruyó con un tono de humor en sus palabras y dejando bien en claro que en esa cruzada estaba más que solo. En ese país vio los partidos contra Bosnia - Herzegovina y contra Irán, mientras que contra Nigeria y Suiza la hoja de ruta lo había depositado en Tailandia. En Myanmar, donde se encuentra por estos días, festejó los triunfos contra Bélgica y contra Holanda. “Acá también voy a estar el domingo y ojalá que vea a Argentina levantar la Copa”, destacó.
“He visto los partidos en bares, cuando se puede. Pero acá no hay bares (Myanmar), por lo que me quedé a verlo en el hotel. Y no he podido gritar. En Camboya me controlé bastante. Como eran los primeros partidos y sabía que a esos equipos les ganábamos, me moderé. Pero ya contra Nigeria en Tailandia me excedí. Estaba en un bar de Chiang Rai, lleno de gringos y grité el primer gol solo, desaforado. Al minuto nos empataron y me gritaron en la cara diez personas al gol. Nos miramos mal con todos. Había canadienses, belgas, holandeses, noruegos, australianos, ingleses, austríacos. Vero (su esposa) no entiende que me saque y le cuesta creer que me pueda volver loco, sobre todo porque no soy un gran fanático del fútbol. Pero no hay caso, lo llevamos en la sangre”, continuó.
Si tuviera que detenerse en uno de los partidos del equipo de Sabella para elegir cuál es el que más lo ha emocionado (y sin contar la final aún, que está por jugarse), Gerardo se queda con el 3 a 2 contra Nigeria. “Me puse a llorar mal con el segundo gol y les di un beso a todos los del bar. Grité y tiré la chancleta (literalmente) después del partido. Las mismas personas que me habían gritado el 1 a 1 de Nigeria en la cara se me acercaron y me dijeron que después de ver esa pasión no podían alentar a otro equipo que no fuera Argentina. Tuve que ir a buscar mi ojota -que la había tirado- lejos a la calle, ante la atenta mirada de todos”, agregó.
Otro partido anecdótico fue el de Octavos de final contra Suiza. “Estaba en Bangkok (Tailandia), sentado en un bar al lado de un alemán grandote. En un momento me mira y me dice: ‘Tengo apostados 15 euros en este partido, sabés que van a perder’, a lo que yo le dije: ‘Faltan 90 minutos todavía’. Cuando Di María hizo el gol a los 117 minutos y después de haberme tomado tres cervezas, le grité el gol en la cara. A ese alemán y a todos. Lloré de nuevo y cuando el árbitro terminó el partido, le dije a la ‘gringa’ que nos fuéramos antes de que me muriera ahí”.
Ver los partidos a casi 18.000 kilómetros de tu casa, de tu familia y de tus amigos pesa. Y mucho. Así lo sintetizó Gerardo, quien resumió en pocas palabras qué es lo que más extraña de ver los partidos en su país. "Se siente mucho la falta de camaradería, la cero onda que le ponen al fútbol en estos países y lo estructurado de los festejos. Como diríamos nosotros, les falta sangre en las venas. También se extraña a la familia y a los amigos, que alguien me siga la corriente cuando ganamos por penales y le gritás al televisor: 'Robben, andate a fumar a la c.d.t.h'. Son muchas cosas", agregó.
En los últimos días, Gerardo y Vero han estado de vacaciones en China y Vietnam, haciendo un voluntariado en Camboya, recorriendo y conociendo Tailandia y ahora se encuentran de “viaje de descubrimiento” en Myanmar. “Ahora estamos en Bagan, una meseta con más de 4.000 templos alrededor. Algo hermoso”, sintetizó.
punto de aliento
El centro cultural de Mendoza tendrá una jornada a pura fiesta. Desde las 12 y a la espera de la gran final, habrá una feria gastronómica y de artesanías de productores locales, taller de creación de instrumentos musicales, actividades deportivas, muestra “Neurociencias: un viaje por nuestras percepciones, kermesse de Zamba, espectáculos musicales y la transmisión del partido.