Una concepción de vida distinta lo llevó a dedicarse casi íntegramente a la medicina pública porque de alguna forma "debía devolver lo que la sociedad me dio, que es la oportunidad de estudiar desde la primaria hasta la universidad gratis", dice.
Armando Ignacio Dauverné (69), para casi todos los vecinos de San Rafael “Armando” y para quienes lo conocen profesionalmente “doctor Dauverné”, es el ya histórico director del Schestakow. Es común verlo con su chaqueta blanca, manos en los bolsillos hasta “el fondo” y casi corriendo por los pasillos de este centro de atención médica regional. Su presencia y el sonido de su voz áspera y fuerte, pero suave a la vez, ya están grabados en todo el edificio.
A Armando le gusta el fútbol y se dice apasionado hincha de San Lorenzo. Pocos saben que en su juventud jugó en Huracán (pese a que localmente es seguidor de Pedal) y hasta dio algunos pasos en Estudiantes de La Plata, en Buenos Aires. “Pero me di cuenta de que no era lo mío y que yo había ido a La Plata a estudiar medicina”, cuenta mientras se acomoda en un amplio sillón frente a la chimenea en su casa en las afueras de San Rafael, donde vive desde que superó un cáncer de cuerdas vocales. Ahí recibió a Los Andes, bastante lejos de su despacho de “puertas abiertas”. Ya sentado, arropado con un poncho salteño, rememora su época de estudiante. La primaria la hizo en la escuela Normal y la secundaria en el Nacional.
“Nací circunstancialmente en Mar del Plata porque mi viejo era gendarme, hasta que decidió venir a vivir a San Rafael, de donde es la familia de mi mamá. Así que soy sanrafaelino”, dice con orgullo. “Llegué aquí muy chiquito”, acota sonriendo.
“Después de hacer la primaria y secundaria, decidí irme a La Plata a estudiar Medicina y también empecé a trabajar en una farmacia como cadete y luego en los boliches de un amigo, que estudiaba lo mismo, a hacer de boletero y otras cosas, hasta que empecé a hacer guardias en sanatorios privados cuando cursaba cuarto año.
“Me recibí allá por el ‘72 ó ‘73 y empecé a hacer traumatología en el hospital de La Plata. En ese entonces -recuerda- ya militaba en la JP (Juventud Peronista) y empecé a atender en un tranvía en Tolosa, una villa miseria. Fue ahí donde vino a verme un amigo que había estado trabajando en la policía y me dijo: ‘Mendocita, mejor rajate porque te van a levantar’. Todos ahí me conocían como Mendocita. Muchos creían que mi apellido era Mendoza -ríe- y me vine a San Rafael”, cuenta.
Poco después de su llegada al sur provincial -relata- fue contratado como médico en la obra de Agua del Toro, donde atendía a los accidentados en un micro hospital que se había montado ahí.
Después lo contrataron en el sanatorio Mitre, que estaba en Buenos Aires y la entonces Mitre, hoy Hipólito Yrigoyen. “En el año ‘75 fui nombrado en el hospital Schestakow”, dice. Ahí también, y por 20 años, atendió a los jugadores de la Liga Sanrafaelina de Fútbol y donó siempre su sueldo para ayudar a las inferiores de los clubes.
También señala que fue en el ‘76, tras el golpe de Estado, cuando tuvo que abandonar su actividad pública, pero sin embargo fue nuevamente llamado a trabajar en el servicio de traumatología y estuvo ahí hasta el 4 de enero de 1988, cuando fue nombrado director de ese complejo sanitario, cargo que ejerció hasta 1991, cuando asumió como diputado provincial por el PJ y presidió por cuatro años la comisión de Salud.
“A la política ‘me llevaron’ porque en la época del Proceso la pasamos con mi familia muy mal y no tenía ganas de trabajar en política, pero... la gente de Bordón, del Chicho Ruso, me convencieron”, dijo tras relatar sus martirios cuando permaneció detenido. “Después de eso me retiré de la actividad legislativa y volví como presidente del directorio del hospital y encargado del área provincial de Salud.
“Fue en 2003, cuando Omar Félix me pidió que me hiciera cargo de los centros de salud municipales. Fue muy lindo porque pude gestionar y se pudo inaugurar varios centros de salud”, apunta.
En enero de 2007 entró nuevamente como director del hospital, donde se mantiene hasta hoy. A fin de este mes dejará el cargo para integrarse, aún no lo ha decidido, al directorio del nosocomio. “Estoy cansado. No sé lo que haré todavía”, reflexiona.
“Creo haber dado todo lo que debía dar. No regresaré a la actividad privada porque no me gusta. Lo hice en un momento por una cuestión de necesidad, pero lo mío siempre fue y será la salud pública”, confiesa. Armando dedicará -dice- su tiempo a la familia que armó con Elisa del Carmen Genovese “Lili”, con la cual tuvo 4 hijos que le han dado ya tres nietos.