La primera vez del suboficial primero mendocino David Sergio Fracaro (nacido en San Martín y criado en Junín) en la Antártida será inolvidable. Así lo definió él mismo al regresar hace unos días del continente blanco y tras haber participado exitosamente de la Campaña Verano 2017 - 2018; nada más y nada menos que en el rompehielos ARA "Almirante Julián Irízar" (Fracaro es enfermero en la Armada y esa fue su función en la nave).
"Todos los ciudadanos deberían venir al continente blanco, es realmente muy hermoso", sintetizó, aún emocionado y luego de pisar nuevamente el territorio nacional continental. "Conocerla (a la Antártida) con el rompehielos ha sido un sueño cumplido", agregó el marino, de especialidad enfermero y encargado de la Sanidad a bordo.
Fracaro -cumplirá 45 años en setiembre- ingresó a la Armada en 1996, cuando tenía 23 años. "Estar aquí es un orgullo personal; estoy de pase en el buque desde el 2015 con la misión de equipar y acondicionar el Departamento Sanidad", se explayó el marino.
Apenas ingresó a la Marina Argentina, su primer destino fue el Hospital Naval Ushuaia (Tierra del Fuego), donde estuvo 3 años. Luego embarcó en distintas unidades de superficie: en la lancha patrullera ARA Indómita y el barco petrolero ARA Ingeniero Krause. No obstante, fue en Buenos Aires donde vivió su primera gran experiencia, destinado en el Hospital Naval Cirujano Mayor Doctor Pedro Mallo durante 6 años.
La recientemente finalizada campaña fue para Fracaro la oportunidad tantas veces soñada y tan esperada para poner en práctica todas las enseñanzas incorporadas en destinos anteriores, así como también sus conocimientos y habilidades. "Hay muchas tareas que transcurren en un día a bordo, navegando; siendo la principal la demanda espontánea cuando el personal necesita atención médica", contó.
Claro que antes de navegar, existen muchas otras tareas de las que se encarga un enfermero marino. Entre estas se destacan la misión de recopilar los exámenes médicos de la dotación permanente y de los tripulantes que vienen en comisión en el período de campaña. El objetivo es cotejar que cada uno pueda navegar, esté en condiciones de realizar la función asignada. Y así también encargarse del mantenimiento de los equipos médicos, de la compra de insumos y medicamentos, entre otras labores.
"En la Armada aprendí la profesión de enfermero; pero también aprendí a cocinar, a arreglar cosas de electricidad, por ejemplo. Uno aprende de compañerismo y convivencia, aprende algo nuevo porque siempre está relacionándose con otro personal de diferentes especialidades", destacó.
La misión del rompehielos -nada más y nada menos que abrir camino entre los hielos- en la reciente operación antártica se inició el 28 de diciembre pasado y finalizó el 11 de abril. El Irízar navegó 17.000 millas náuticas (unos 30.000 kilómetros) y durante los 107 días que duró la campaña, el buque brindó apoyo logístico en las tareas coordinadas por el Comando Operacional de las Fuerzas Armadas (dependiente del Estado Mayor Conjunto). Además fue vital para las tareas de abastecimiento a las bases y apertura de refugios antárticos, recambio de personal civil y militar y reabastecimiento de víveres y materiales.
En la Antártida, la Armada lleva adelante trabajos de investigación en sismología, estudios punto geodésico (detección de la deriva continental), seguimiento de mamíferos y aves, estudio de algas y hielos y recolección de datos meteorológicos (presión, humedad, temperatura del agua, observación de nubes y vientos).
El apoyo logístico de las Fuerzas Armadas y sus bases antárticas -cada una con personal especializado- en lo referido a investigaciones y tareas científicas lleva ya 114 años de manera ininterrumpida.
Apoyo familiar
Desde que David tomó la decisión de ingresar a la Armada encontró en su familia un apoyo incondicional. "Mi familia estuvo muy orgullosa desde el principio, porque era el único integrante que iba a ser militar", resumió, y dejó en claro que el orgullo y la admiración de sus consanguíneos sigue intacta, como el primer día. Es más, ahora su esposa e hijas también lo apoyan en la actividad naval, y experimentan el mismo orgullo que todos los Fracaro.
Las mujeres que rodean a David son sus hijas -Sabrina (18) y Milena (14)- y su esposa, también mendocina. Actualmente están viviendo en Nueva Pompeya (Ciudad de Buenos Aires). Y -a su manera- lo acompañan en todas sus misiones ("durante las navegaciones largas llevo sólo aquello que me impulsa a seguir con la carrera: una foto de mi familia", resumió).
La otra parte de la familia quedó en Mendoza. Aquí siguen su mamá, María Rosa; su hermano y la familia política (la de su señora). "Mantengo todos los recuerdos de mi lugar, porque donde yo nací es muy tranquilo. Mis papás trabajaban los viñedos y el campo, y yo los ayudaba de chico. A 6 kilómetros quedaba mi colegio -Nuestra Señora del Santísimo Rosario-, y recuerdo las amistades también. Cuando tengo la oportunidad de viajar, lo hago", agregó, nostálgico. Y de inmediato describió casi de memoria los paisajes de su Junín casi natal: calles arboladas y veredas limpias, noches silenciosas, gente humilde y tranquila; gente de campo con costumbres serviciales.
Comprometido
Fracaro destacó que eligió ingresar a la Armada porque la Fuerza le dio la oportunidad de estudiar lo que él quería, aunque no contaba con los medios económicos para hacerlo. "Tenía un vecino que era infante de Marina y me asesoró sobre la carrera; y con él me acerqué por primera vez a la Delegación Naval de mi provincia. Después me interioricé más sobre la carrera y acá estoy", rememoró su ingreso de hace 22 años.
Un barco imprescindible
El Irízar (con el capitán Maximiliano Mangiaterra al mando) cuenta con una dotación conformada por 286 personas entre militares y personal civil científico. En la reciente campaña, tuvo como objetivo abrir camino entre los hielos y permitir el paso de las otras unidades participantes en la campaña -el transporte ARA Canal Beagle y el aviso ARA Estrecho de San Carlos-.
El rompehielos fue además protagonista de la llegada a la base antártica Belgrano II, una de las más australes y que -por su ubicación- se requiere necesariamente de la participación del rompehielos para llegar. También las bases antárticas Petrel, Esperanza, Marambio, Orcadas y Cámara contaron con su presencia como puente logístico para su apertura y reabastecimiento.
Además, el Irízar funcionó como plataforma de despegue para los helicópteros Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros que se utilizaron para las tareas de abastecimiento y repliegue de material, junto con los Vehículos Anfibios a Rueda (VAR) y botes Zodiac.