18 segundos cuando van a paso rápido. 25 segundos o un poquito más cuando deben desacelerar el ritmo por la presencia de terceros en el pasillo; todo esto siempre entre las 8:30 y las 9. Pasadas las 13 se repite el camino, aunque a volviendo sobre sus pasos: desde la sala 4 del Fuero Penal Colegiado hasta la guardia policial de Tribunales.
Contando la de este miércoles, los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho y el ex jardinero Armando Gómez ya han completado ese tramo en 16 oportunidades (o 32 si se cuentan las idas y las vueltas). Las jornadas del juicio por los abusos sexuales en el instituto religioso para chicos sordos han sido terrorífica. Los detalles referidos a tocamientos, violaciones y maltratos que sufrían las víctimas no se les ocurrirían ni al más retorcido director de cine de terror o best seller literario de este género.
Los testimonios tienen sus puntos en común en cuanto al modus operandi en que los chicos eran atacados. Pero las audiencias tienen otro leitmotiv: "el desfile" ya descripto, ese que toma entre 18 y 25 segundos y que transcurre desde que los 3 imputados salen de los calabozos judiciales hasta que llegan a la sala.
Generalmente quien encabeza la comitiva es el cura Corradi. Con 83 años, el sacerdote es trasladado cada mañana en silla de ruedas, siendo un o una agente penitenciario quien se encarga de guiarlo por la "L" que recorren en el subsuelo de Tribunales. Es el único que no va esposado, y siempre con la mirada al frente. Esa misma mirada que se torna un poco más sombría cuando sobresale el blanco de su ojo derecho de vidrio. Los brazos cruzados y una inmutable mueca adusta (públicamente no se le conoce otra) completan su retrato diario.
Con su más de 1,90 metros suele ser el también cura Corbacho quien es trasladado detrás del italiano. Con su cabellera y cejas rubias, la mayoría de las veces lleva su frente y su mirada en alto. Son 16 los abusos y hechos de corrupción por los que enfrenta el juicio; y camina ese tramo esposado (muchas veces su altura supera a la del guardia que lo traslada).
Finalmente suele ser Gómez quien cierra el grupo. Con su cara inmutable y hasta por momentos siendo el menos identificable de los imputados; también camina esposado acompañado por otro agente.
Salvo excepciones, los 3 suelen ir vestidos con las mismas prendas desde el 5 de agosto. Nunca siquiera intentan correrse del sendero que ya repiten de memoria; y ni siquiera han cruzado miradas con quienes ocasionalmente pueden estar en el pasillo ni tampoco con los periodistas que todos los días los esperan antes de ingresar a la sala.
Durante las audiencias sus movimientos y gestos también parecen cuasi automatizados. Corradi retraído y con el seño fruncido, leyendo en una pantalla todo lo que ocurre en la sala. Corbacho siempre con una mirada calma y hasta con algo que aparenta ser un intento de sonrisa en su rostro; y Gómez con una especie de “cara de nada”.
Siempre iguales los 3; por más que en la cámara Gesell se estén dando detalles de las más feroces atrocidades por las que están acusados.