Aún antes de convertirse en secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry quería impedir que Irán consiguiese la bomba atómica, y alertaba que frenar sus ambiciones nucleares era una carrera contrarreloj.
Incluso antes de convertirse en secretario de Estado, Kerry se comprometió a frenar a Irán para que no obtenga una bomba atómica y advirtió que el reloj seguía corriendo contra sus ambiciones nucleares.
Pero pocos o ninguno de sus colegas senadores eran conscientes durante la audiencia de su confirmación en enero 2013 que Kerry ya había dado pasos tentativos para tratar de traer de vuelta a Irán a las conversaciones sobre el tema nuclear, como parte de una apertura secreta del presidente Barack Obama.
Poco más de dos años después, Kerry y su equipo de diplomáticos y expertos arrancaron con una tarea difícil: trazar los marcos de un acuerdo para reducir y limitar drásticamente el controvertido programa nuclear de Teherán.
A pesar de que el acuerdo final aún no se ha establecido, es un gran logro para este ex militar de 71 años de edad, quien asumió el cargo de jefe de la diplomacia de Estados Unidos en febrero de 2013, un mes después de pedir en la audiencia de confirmación “nuevas ideas” para resolver los problemas mundiales.
Hijo de diplomático y criado en Europa entre los escombros de la post-Segunda Guerra Mundial, Kerry lleva a la diplomacia en su ADN. Después de su fallido intento de 2004 para acceder a la Presidencia, alcanzar el puesto de secretario de Estado ha sido el pináculo de su carrera.
Al asumir el cargo, Kerry rápidamente señaló que él era un tipo diferente de diplomático de su predecesora, Hillary Clinton, que había ganado el tratamiento de una estrella de rock durante su récord de viajes.
Este abogado desgarbado, quien se desempeñó durante 29 años como senador demócrata por Massachusetts, estaba dispuesto a arremangarse y profundizar en algunos de los problemas más difíciles del mundo. Así, se hizo cargo cuando comenzaba a desvanecerse la primera oleada de la Primavera Árabe, sustituida por trastornos civiles y caos armado en países como Egipto, Libia y Siria, y mientras aliados clave, como Jordania y Turquía, luchaban bajo la tensión reinante.
Kerry resaltó que “fue un proceso muy intenso porque los riesgos son muy altos y porque hay una larga historia de no hablar el uno con el otro; desde hace 35 años que no hablamos con los iraníes directamente como en esta ocasión”.