Un legado que no puede descuidarse

Una de las instituciones culturales más prestigiosas de la provincia –la Biblioteca General San Martín- celebró un nuevo aniversario.

Un legado que no puede descuidarse
Un legado que no puede descuidarse

Hace pocos días esa gran institución mendocina que es la Biblioteca Pública General San Martín cumplió 197 años de gestión y ahora se proyecta hacia el bicentenario con la meta de afianzar sus prestaciones en beneficio de la comunidad.

En tiempos en que el libro parece haber sido desplazado por otras ofertas de la era digital o cibernética, o de caída de alguna que otra editorial, como la filial local de la editora hispana SM de literatura infantil, es cuando cobran significación las bibliotecas y sus multifacéticos vínculos con los ciudadanos.

Al apreciar el desarrollo y el nivel de comunicación y cercanía de instituciones como la San Martín con sus afiliados y visitantes asiduos, se descubre el valor de estas casas de los libros y su estímulo a la lectura y a la captación de los lectores.

Las bibliotecas como la que estamos describiendo, la de la tradicional ubicación en la Alameda, “funcionan –en palabras de un gestor cultural como Guillermo Romero- con su espacio y actividad absolutamente peculiar, enriquecidas por la afectividad y efectividad de quienes creen en el libro, en la función revitalizante de los tiempos de la lectura”.  Y podríamos agregar, de la investigación también porque son muchos los investigadores de diferentes ramas y procedencias que llegan al histórico edificio de calle Remedios de Escalada al l800 a satisfacer sus ansias de saber y estudio.

La institución que estamos considerando nació merced al impulso cultural que vivió nuestro país en 1820. Entre los hombres que participaron en esta gestación se destacó la figura del general José de San Martín, junto a otros militares de la Independencia y algunos ciudadanos enrolados en las filas del rivadavismo (presidencia de Bernardino Rivadavia, 1826-1827). Todos ellos eran partidarios del pensamiento ilustrado.

Hay  que decir que la dependencia tiene el gran privilegio de poseer cuatro exlibris del prócer, esto es la marca de propiedad que identifica al dueño original de un ejemplar.

En aquél contexto ideológico, surgió la necesidad de crear la Sociedad Biblioteca Mendocina. Su reglamento, sancionado el 11 de marzo de 1822, plasmó el deseo de crear una biblioteca popular que difundiera “conocimientos útiles”.

Se nombró al primer secretario del organismo, Agustín Delgado, y el 9 de julio de 1822, la Biblioteca Mendocina abrió sus puertas a la comunidad.

Actualmente, es la única biblioteca pública de carácter provincial y funciona bajo el ámbito de la Secretaría de Cultura, como una institución democrática, destinada a brindar, con eficiencia y sin ningún tipo de discriminación, toda la información existente.

Es la casa de los libros madre de la provincia y la tercera biblioteca en antigüedad e importancia del país, aventajada, por supuesto, por la Biblioteca Nacional de la República Argentina.

Además de contar con una de las colecciones más importantes de la región, ofrece actividades de extensión, como cursos, talleres, presentaciones, muestras y espectáculos para todas las edades.

La actual gestión de la Secretaría de Cultura le ha brindado un importante impulso, con la adquisición de gran cantidad de ejemplares, la dotación de tecnología para los usuarios y el personal y la restauración de la sede de la Alameda.

La estrecha relación con los usuarios es otra de las claves de este espacio de la cultural, y por eso resultó muy reconfortante que las autoridades de la repartición reconocieran a socios destacados, es decir, aquellos que desde hace años, asisten diariamente y comparten los servicios y actividades que se brindan en la Biblioteca San Martín tuvieron un festejo especial.

Uno de ellos fue el escritor y periodista Jorge Enrique Oviedo, exdirector periodístico de Los Andes, que bucea en forma constante en la Hemeroteca en busca de información y datos para los libros que ha publicado y el que está gestando en la actualidad.

En definitiva, esperamos que esta verdadera casa de la cultura afirme el esplendor que perdió durante muchos años, por no contar con el suficiente apoyo oficial. Este no puede faltar porque sin su concurso, una institución de tan sensible como frágil materia prima como es el papel impreso, puede sucumbir en forma paulatina e irreversible.

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