Robert Redford había anunciado el año pasado que sólo le quedaba un papel para desarrollar en su extensa carrera actoral con la película "Un ladrón con estilo", del director David Lowery, una cinta en la que representa a un feliz ladrón de bancos en el final de su vida y que se puede ver a partir de hoy en las salas mendocinas.
Quizá haya tenido que ver la elección del personaje en que ambos, Redford y el ladrón Forrest Tucker, se encuentran arriba de las siete décadas y que la motivación que tuvieron desde chicos la pudieron desarrollar desde temprana edad.
Pese a ser hijo de un ejecutivo de la Standar Oil, Redford descubrió su pasión por las artes plásticas en su adolescencia y, siguiendo el camino artístico, continuó su trayecto en la actuación, la dirección y la producción.
Forrest Tucker, el feliz ladrón de bancos, por su parte, es todo un artista del escape y un consecuente en seguir su vocación: comenzó a robar a los 13 años y a partir de allí no paró de hacerlo.
En el filme, Tucker, un personaje que pasó desapercibido para el gran público, pero cuya historia quedó retratada en un artículo de David Grann en The New Yorker, es un entrañable anciano que roba bancos apoyado en su aire bonachón, su sonrisa, y un auricular por el que escucha la radio de la policía.
Así, con una cara que jamás demuestra preocupación, dureza o tristeza, y sin mostrar un arma, lleva adelante un raid delictivo por una zona campestre Texas, en una de cuyas rutas encuentra a la mujer que todos creen que será la compañera en el final de su vida (Sissy Spacek). Sin embargo este desenlace es sólo en apariencias.
Ya alejándose de la actuación, para dedicarse a la producción y a la dirección (con la cual ganó su único Oscar con "Gente como uno") Redford debe estar conforme con su carrera al ver que su último trabajo, tal como reza el título, fue "con estilo".