Un jurado popular condenó este jueves a prisión perpetua a dos hermanos y otro joven, por el asesinato de Juan Leonardo Lucero (27), ocurrido en Godoy Cruz hace dos años y conocido como el crimen de la "valija fúnebre":
En fallo unánime, explícita condición para la sentencia en los juicios por jurado, se declaró culpables a Abel (39) y Rafael (41) Yañez y a Mariano Gutiérrez (24).
Los tres habían llegado al juicio imputados por homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía, con pena única de perpetua. La investigación estuvo a cargo del fiscal Gustavo Pirrello, acompañado por Fernando Guzzo en el juicio. El juez del debate fue Eduardo Martearena.
El veredicto de estos 12 mendocinos fue condenatorio aunque sin el agravante de la alevosía, ya que consideraron que este accionar de los acusados no quedó probado.
Este miércoles se desarrollaron los alegatos, en donde la fiscalía había pedido la condena más fuerte para los sospechosos.
Por el lado de la defensa, el abogado de Gutiérrez solicitó absolución o en subsidio una pena por encubrimiento, mientras que los representantes de los Yañez también reclamaron la liberación de ambos, o condena por homicidio simple-tiene penas de 8 a 25 años-.
Un hecho brutal
El cadáver de Lucero fue encontrado en el oeste de Godoy Cruz, en la mañana del 12 de julio del 2017, en una zona cercana al parque de descanso Los Andes Memorial. El cuerpo estaba en un zanjón, carbonizado y mutilado. La autopsia estableció que fue asesinado el 10 de julio.
La identificación tardó varios días debido a que el hombre tenía prácticamente todas sus partes quemadas. Sin embargo, los peritos lograron rescatar huellas y así supieron de quien se trataba. Las mutilaciones fueron provocadas por animales del lugar.
Un par de meses les llevó a los investigadores atrapar a los primeros dos detenidos, Gutiérrez y Rafael Yáñez. Tiempo después caería el hermano de este último Abel.
Durante la investigación se estableció que el móvil del hecho respondería a deudas vínculadas con la venta de drogas, que habría mantenido el fallecido con dos de los sospechosos. Lucero vivía en Godoy Cruz y trabajaba como cuidacoches en Ciudad.
El debate comenzó este lunes y Gutiérrez pidió declarar. Intentó desligarse del crimen aunque reconoció cierta participación, al contar que los Yañez por aquellos días lo fueron a buscar para hacer un viaje en su auto Ford Fiesta.
Explicó que los vio subir con una valija que no sabía que contenía y que los llevó hasta el cementerio. Luego de descartar el bolso y cuando regresaban, le confesaron que llevaban un cuerpo.
El imputado agregó que le pagaron la "colaboración" con drogas y con un teléfono. Se trata del celular de la víctima, que días después fue utilizado por él.
Un testimonio de relevancia fue el de un amigo de Lucero, que recordó que el fallecido le había dicho que tenía problemas con los hermanos porque les había robado marihuana y un reloj.
El aporte de un oficial inspector de Policía Científica fue también clave, al detallar el procedimiento mediante el cual encontraron sangre del cuidacoches en el auto de Gutiérrez y en la casa de los otros dos detenidos, ubicada en calle Bernardo Ortiz de Godoy Cruz. Los defensores de los Yañez aclaran que no está acreditado que esos restos hemáticos sean de la víctima.
Por último, una perito del Cuerpo Médico Forense dio precisiones de la autopsia, señalando que Lucero recibió golpes en la cabeza hasta quedar inconsciente. Luego lo quemaron vivo, ya que en la traquea detectaron la presencia de humo. Es decir, todavía respiraba mientras lo prendían fuego e inhaló humo. Por este dato es que se configuró en la carátula la alevosía, que para el jurado no quedó probada.
Ante estas pruebas, el tribunal popular decidió condenar a los tres acusados a prisión perpetua.