En Mendoza, donde el agua es un recurso siempre escaso, el riego de los cultivos ha dependido históricamente de una ingeniosa red de embalses, canales, hijuelas y acequias que llevan el agua desde la montaña y los ríos hasta el interior de las fincas, en un recorrido casi laberíntico, donde el tomero es responsable de repartir el agua a cada regante de su zona.
Así, la figura del tomero es central en la vitivinicultura de nuestras tierras y, sin embargo, resultan escasos los reconocimientos públicos para ese trabajador rural y para colmo, uno de esos pocos homenajes, en forma de escultura, descansa desde hace más de un año y sin un destino concreto en el atelier de su autor.
La escultura “El Tomero”, del artista Daniel Jiménez, está construida en hierro y resina, y la figura refleja con acierto, el momento exacto de ese obrero de campo al manipular con esfuerzo la compuerta de una hijuela y concentra en ella todo el trabajo, el sacrificio y la rudeza de una tarea que renace en cada año, para esta misma época, cuando la primavera está a unas pocas semanas.
“Sí, la obra está terminada desde hace más de un año. Me la encargó la comuna de Santa Rosa, como homenaje al tomero pero la verdad es que nunca me la pagaron y tampoco se inauguró”, cuenta Jiménez en su taller de San Martín, donde la escultura, congelada en el esfuerzo de rotar una manivela de compuerta, descansa en un rincón a la espera de un mejor destino.
El escultor Jiménez había realizado con anterioridad un par de trabajos para el municipio santarrosino y por eso, no le extrañó demasiado que en abril de 2015, el ex intendente Sergio Salgado le encargara una nueva obra, pero en un acuerdo sólo de palabra: “En ese momento no firmamos ningún contrato ni documento. Habíamos trabajado antes sin problemas y eso me generaba confianza. Salgado me dijo en su despacho que quería homenajear a los tomeros y que necesitaba para ello una escultura en el ingreso al pueblo. Fue un arreglo de palabra”, insiste el artista.
La idea de Salgado se tradujo en un proyecto de obra que implicaba simular un tramo de hijuela junto a la avenida de ingreso a la villa cabecera y allí, sobre un sistema que permitiría al agua correr por un circuito cerrado, el escultor debía montar su escultura: un tomero que levanta una compuerta y que viste alpargatas, bombacha arremangada y camisa.
La obra demandó casi 5 meses de trabajo y la administración de Salgado le pagó al artista con una serie de cheques, que el artista nunca pude terminar de cobrar: “Cuando finalicé el trabajo, la crisis política en Santa Rosa se agudizó rápidamente. Al poco tiempo Salgado renunció, terminó preso y yo me quedé con una escultura que hoy no tiene lugar”.
Jiménez intentó llegar a una solución con la gestión de la radical Norma Trigo, al frente de la comuna desde comienzos de 2016: “Fui varias veces, me reuní con ella y con su gente, pero nunca hubo expediente sobre ese trabajo y no pude cobrar. Me da bronca, no sólo por lo que me deben sino porque yo hice un trabajo para el municipio, no para Salgado”, dice Jiménez y sigue: “Si la obra fuese un busto de Perón tal vez lo entendería, al haber cambiado el color político de la comuna, pero la escultura es homenajea a una parte importante del trabajo rural, como es la tarea del tomero”.
En este tiempo, Daniel Jiménez ha buscado dar un destino a su obra pero hasta ahora no ha tenido suerte: "Teniendo en cuenta que trata sobre el riego y el trabajo en el campo, hice algunos contactos con Irrigación y también con la comuna de San Martín. Me prometieron analizar la propuesta pero la verdad es que sigo esperando”.
El que levanta la compuerta
El trabajo de Daniel Jiménez para dar forma a la escultura nació con la idea misma de la obra. “Pensé que lo mejor era reflejar el trabajo del tomero en una pose clásica, la de levantar una compuerta de riego”, dice. Lo primero fue montar un esqueleto de hierro, para luego moldear encima y con arcilla, la forma del tomero. “Había hecho previamente algunas fotos con modelos que me sirvieron para crear la figura”.
Luego vino la tarea de moldear con yeso una estructura que cubre toda la arcilla y que permite hacer el negativo de la figura; un molde que más tarde, cuando se retire la arcilla, permitirá ser llenado con resina.
Por último se pica el yeso y se da a la escultura una pátina de cobre. Las manos de la figura sostienen una manivela de hierro que enrosca en una compuerta.