Un hombre de dos reinos - Por Carlos S. La Rosa

Un hombre de dos reinos - Por Carlos S. La Rosa
Un hombre de dos reinos - Por Carlos S. La Rosa

En apenas dos meses, desde la Fiesta de la Vendimia a principios de marzo hasta la Asamblea Legislativa del 1 de Mayo, se ha gestado un nuevo Cornejo: aquel que todo lo hace pensando en su proyección nacional, que aún no sabe cuál será, pero que aspira sea algo más que el triste destino que les tocó a casi todos los exgobernadores mendocinos de candidatearse como diputado nacional a fin de fortalecer la boleta local y luego vegetar cuatro años en el Congreso Nacional para finalmente pasar a la intrascendencia.

Para que no le ocurra lo mismo, el Cornejo provincial deberá superponerse desde ya con el Cornejo nacional. Sumar ambos roles. Así lo insinuó en estos dos últimos meses en que avanzó como nunca hacia los territorios centrales. Y así lo insinuó en su alocución del Día del Trabajador, que tuvo una sensación a despedida anticipada. Casi como explicando su herencia, lo que nos dejará a los mendocinos, esa suma de hechos que según él han construido un Estado nuevo, que sus herederos deberán continuar.

De aquí en más, necesita consolidar su poder, para que más allá de quien lo suceda como gobernador, el líder natural siga siendo él. Cosa que de sus antecesores sólo pudo conseguir José Bordón pero por poco tiempo porque el animarse a enfrentar a Menem le costó perder no sólo el liderazgo local sino hasta el peronismo que supo forjar y conducir. El resto de los gobernadores que fueron continuados por mandatarios del mismo signo, como Gabrielli (al cual continuó Lafalla), Iglesias (al cual continuó Cobos) y Jaque (al cual continuó Pérez), perdieron todo el poder al minuto siguiente de ceder el mando a sus sucesores y hasta fueron declarados personas no gratas por sus herederos.

Cornejo no sólo no quiere vegetar como un diputado nacional más, tampoco quiere que lo traicionen al día siguiente. Y para eso necesita seguir siendo esencial en la provincia, y empezar a ser esencial en la Nación. Un hombre de dos reinos.

A tal fin, debe ocuparse de dar dos o tres gestos de autoridad de modo que su travesía nacional no le impida seguir reinando en el reino local después de 2019.

El primer gesto es el de apelar al consenso con una parte de la oposición (lo que es igual a decir que debe aportar a su división, como ya lo intentó con su pacto inconcluso con el kirchnerismo local) para ampliar la Corte Suprema de Justicia.

El segundo gesto es el de irse habiendo iniciado la reforma constitucional que hasta ahora no pudo lograr porque la oposición se negó a darle la posibilidad de la reelección.

Y el tercer gesto, el que más necesita de los tres, es el de poder imponer un delfín como sucesor. Que ni Cobos ni De Marchi, que definitivamente no lo son, se queden con la Provincia, porque al día siguiente de asumir o quizá antes, sólo vivarán una consigna: “A rey muerto, rey puesto”. Con lo cual Cornejo se quedará sin uno de sus reinos y marchará rengo a la conquista del otro.

Ninguno de estos tres gestos le cambiarán en absoluto la vida a los mendocinos, pero sí al gobernador y su futuro. Muchísimo.

Quizá Cornejo haya leído, y si no se lo aconsejamos, lo que, con brutal pesimismo, escribió el historiador Loris Zanatta en su último artículo en diario La Nación, cuando dijo: “La historia no es magistra vitae: la mayoría de las veces nos revela lo que haremos de nuevo, una vez, cien o mil veces más. Es aterrador, pero es así”.

Es precisamente eso lo que no quiere Cornejo, que su destino sea el de repetir los errores de casi todos los que lo antecedieron: apagarse políticamente con el fin de sus gobernaciones. Y es por eso que de todos los aspirantes a sucederlo, quien menos quiere que lo suceda es Julio Cobos, porque fue el único que pudo superar el destino del olvido luego de ser gobernador. Y lo superó con la crucial ayuda de Cornejo. Es allí, entonces, cuando nuestro gobernador, cada noche, antes de dormirse, se pregunta a sí mismo: “Si pude lograr que Cobos superara ese destino del olvido, ¿podré ahora lograrlo para mí?”. Y para eso se propone ser un hombre de dos reinos.

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