Cuando la histórica Cuyanita vuelva a flotar en el lago del Parque San Martín (algo que, calculan, ocurrirá después de la Fiesta de la Vendimia 2015), no sólo llevará consigo el revivir de los recuerdos de años dorados mendocinos, sino que también el sueño de libertad de 14 internos del complejo San Felipe.
Cristian (21), Enrique (50), José (47), Juan Carlos (52) y Rosendo (52) son cinco de los internos de este sector del Servicio Penitenciario que, durante el mediodía de ayer, pusieron manos a la obra y comenzaron a aplicar los conocimientos que han adquirido en los talleres de herrería del penal para participar de la restauración de la tradicional embarcación (que no es la primera que se fabricó, sino que se puso en funcionamiento en 1937 y heredó el prestigio de la original).
“Soñamos con verla navegar. Y poder viajar en ella algún día”, desearon los trabajadores en voz alta mientras trabajaban en el casco.
Los trabajos están encabezados por el artista plástico Norberto Filippo, quien hace poco más de dos años recuperó los restos del barco de un estado de abandono casi residual (estaba tirado en un depósito de la Dirección de Parques) y hasta la fecha la ha dejado prácticamente nueva.
“A través del arte quiero lograr la reinclusión de los muchachos y que cuenten con una herramienta para tener una salida laboral cuando salgan. Siempre me gustó la restauración, y como es lo que yo sé, quiero transmitirlo para que ellos se nutran del amor por el arte.
Quiero involucrar a los muchachos en el arte”, indicó el polifacético Filippo, quien además está trabajando con varios internos más del complejo Boulogne Sur Mer en la restauración de la tradicional capilla de la cárcel (donde fue párroco el padre Jorge Contreras) y la del mural de la Piedad, que refleja la obra de Miguel Ángel.
Hablando de la libertad
Las noticias que tienen a internos de las cárceles mendocinas como protagonistas o a cualquiera de los complejos que integran el Servicio Penitenciario como escenario suelen ser siempre "malas noticias". Cuando no son motines, son riñas, toma de rehenes o novedades por el estilo.
Sin embargo, tras los muros hay todo un mundo que merece ser descubierto, siempre y cuando se dejen los prejuicios del lado de afuera, en el mismo lugar donde aguardan amarga y esperanzadamente las visitas.
El complejo San Felipe alberga, actualmente, a 1.230 internos y ellos conviven a diario con 400 penitenciarios, con quienes prácticamente comparten su vida (no por decisión propia, claro está).
Además de los módulos (o celdas), del lado de adentro de la casa de piedra hay aulas donde se dictan distintos talleres de oficios y capacitaciones. Y entre ellos está el de herrería, donde actualmente -y según José “El Gringo” Hernández, el encargado- hay entre 12 y 15 internos aprendiendo y perfeccionando el oficio.
Son ellos quienes, durante una semana, trabajarán con el arreglo y la restauración del histórico casco de La Cuyanita, que reposa en uno de los patios internos del complejo desde el miércoles.
“¡Claro que la conozco, es muy famosa La Cuyanita! Y es muy lindo que nos pongan a trabajar en ella. Vamos a hacer todo para dejarla linda, porque es una reliquia y hay que dejarla como tiene que estar”, destacó Enrique (50), uno de los internos más grandes que toma el taller de herrería y que asumió con gran responsabilidad el trabajo de sacar a flote -literalmente- La Cuyanita. “Son buenos estos talleres, porque nos dan una posibilidad laboral para cuando salgamos”, agregó.
Cristian, en tanto, tiene 21 años y conoció La Cuyanita el mismo miércoles que llegó al penal a bordo de una grúa. “La conocí acá. Y me gusta tener que arreglarla y soldarla. Siempre me gustó la herrería”, destacó el joven que también está tomando el taller.
“Me gustaría verla flotando en el lago”, acotó a su turno José (47), compañero de Cristian y Enrique.
Juan Carlos (alias ‘Bigote’) y Rosendo son los más “viejos” de los estudiantes, si es que a alguien de 52 años se lo puede considerar viejo. “Hace 12 años estoy acá y desde hace 10 estoy trabajando en el taller de herrería. Me gusta hacer de todo, me las arreglo para lo que venga.
Y todo lo aprendí acá. Afuera yo trabajaba de encargado en una finca y entendía algunas cosas, pero acá adentro aprendí todo, imagínese", indicó 'Bigote' a Los Andes con indisimulable entusiasmo.
Rosendo, en tanto, también soñó en voz alta con la posibilidad de volver a ver La Cuyanita en el lago. “Hay que trabajar mucho, porque si uno la ve bien, es impresionante que flote. Hay que trabajar bien en la soldadura”, indicó el otro de los experimentados herreros.
“Me parece muy bien que se hagan cosas así. Yo soy maestro mayor de obra, pero acá estoy aprovechando para aprender herrería”, agregó.
Otras obras
En el complejo Boulogne Sur Mer, en tanto, el mismo Filippo está trabajando con otros 50 internos (divididos en pequeños grupos) para recuperar la tradicional capilla y un mural en el lugar. La idea es reinaugurar ambas obras para las Fiestas de fin de año.
“La capilla tiene dos puertas talladas a mano. Y con los muchachos estamos haciendo réplicas para poner en algún espacio verde con el nombre ‘Las puertas de la libertad’. Va a ser algo grande”, indicó el artista.
Por su parte, Carlos Motos (director del complejo San Felipe) se refirió a las oportunidades que se le presentan con estas iniciativas a quienes están privados de la libertad.
“A mí me llegó medio de sorpresa La Cuyanita, reconozco. Pero es una gran alegría poder participar de la restauración. Acá lo importante no es sólo La Cuyanita, sino el hecho de que los muchachos puedan trabajar y aportar. Estamos abiertos para otras empresas que puedan venir a trabajar con nosotros. Porque, si estamos intentando reincluir a los internos a la sociedad, más vale que estemos abiertos y no nos cerremos”, resaltó Motos.
Una historia de esplendor y abandono
Es prácticamente una obsesión para el artista Norberto Filippo desde el día en que la encontró prácticamente abandonada y destartalada en un galpón del parque San Martín.
En ese momento, se puso como meta la recuperación nada más y nada menos que de La Cuyanita, el barco que hizo historia en el lago del Parque y que -pese a no ser el primero de ellos-, heredó en el ideario popular el nombre de la primera embarcación que surcó las aguas del lago hasta 1937.
Filippo trabajó en su recuperación en distintos escenarios (en las instalaciones de Vialidad, en la dirección de obras de Guaymallén y en un galpón de la calle Estrada, también de Guaymallén, entre otros) hasta que finalmente esta semana llegó a San Felipe.
En todos los casos mencionados, siempre trabajó sobre el casco de la embarcación. “Es la parte más difícil, porque incluye el cambio de chapones del casco y las costillas. Eso lo hice en Guaymallén, con el apoyo de José Luis Quinteros”, destacó quien también se desempeñó como director del Zoológico.
En 2013, el casco de la embarcación fue el carro de la Reina de Guaymallén durante la Vía Blanca y el Carrusel vendimial, también reparado para la ocasión por Filippo. Incluso, tuvo una aparición estelar en la película “Vino para robar”.
En la cárcel va a trabajar en todo lo que tiene que ver con la parte metálica y los asientos, al tiempo que la cúpula la va a trabajar en las instalaciones de Vialidad provincial.
“Cuando esté lista, vamos a hacer la prueba de lagrimado (para ver si tiene filtraciones) y vamos a cargarla con bolsas de arena que tengan un peso equivalente al doble de lo que cargará cuando esté en funcionamiento”, resaltó Filippo, quien pronosticó que para después de Vendimia “podría estar navegando” la embarcación.
