El fútbol es tan caprichoso que las acciones que se van encadenando a lo largo de un encuentro no dictan para nada su final. Por juego y por lo visto a lo largo de 85 minutos, el duelo entre Gutiérrez y Huracán LH quedaba en tablas.
Sin embargo, pisando el minuto 41, Cámara dejó mano a mano a Ramírez con Silva y el delantero definió con tanta jerarquía que no hubo más que aplaudir.
Ese fue el único desequilibrio que hubo en un partido lleno de similitudes, aún cuando el Celeste pareció más claro para hacer correr la redonda en la zona media.
Es cierto que en el primer tiempo hubo más determinación de parte del equipo local, con Capurro como hombre clave para la circulación. Huracán LH se replegó demasiado y debió bancar los muchos centros que llovieron sobre su área.
Dolci y Cámara pasaron largo rato sin poder hacerse del balón y la respuesta ante el asedio rival fueron lanzamientos largos para Cristef, quien desde la izquierda encontró algunos buenos momentos.
Como respuesta a ese remate de Juncos demasiado débil - con Gómez lejos de su arco-, la visita respondió con un tiro del volante que se fue apenas ancho y con una acción donde Vélez tuvo que despejar el balón sobre la línea tras un remate de Pereyra.
Ese arranque furioso de ambos, que prometía un duelo de ida y vuelta, cayó en un bache donde uno (el local) buscó sin tanta claridad y el otro (la visita) defendió como pudo el cero en su propio arco.
Había buenas intenciones del Celeste, pero faltó precisión en los metros finales y todo se evaporó con los centrales norteños como hombres destacados.
En el complemento, Dávila sacudió la modorra con un remate que se fue apenas ancho. Antes, Gómez tapó un disparo de Capurro llegando por el segundo palo.
Había continuidad en la etapa con respecto a la primera. Las llegadas marcaban que el local decidía por donde se jugaba, aunque siguió siendo escaso su peso ofensivo.
Huracán lo comenzó a equilibrar desde el coraje de sus hombres y con Dolci como el abanderado de la lucha y la entrega. Y hubo contagio. Crecieron Herrera y Ramírez en esa decisión de pelear cada balón y el ingreso de Leguizamón Arce por Giusepponi (lesionado) le dio nuevos aires a una defensa que no tenía fisuras.
Y mientras Gutiérrez intentaba romper por las bandas, Cámara encontró un espacio entre los centrales para habilitar a “Tito” y la definición del “9” desató la locura. ¿Fue justo? Seguramente no, pero en Las Heras, por estas horas, poco importan los merecimientos.