Alemania, Estados Unidos y la Unión Europea reiteraron ayer su firmeza ante Rusia en el conflicto ucraniano, el principal tema junto a la crisis griega de la cumbre del G7 que se celebra en Alemania.
Justo antes de compartir cerveza y bretzels con la canciller Angela Merkel en el pueblecito alemán de Krün, el presidente estadounidense, Barack Obama, insistió en la fortaleza de la relación germano-estadounidense y en la necesidad de hacer frente a la “agresión” rusa en el este de Ucrania.
Un mensaje claro hacia el presidente ruso, Vladimir Putin, excluido del círculo de las principales potencias industriales desde que anexionase en marzo de 2014 la península ucraniana de Crimea.
El encuentro bilateral de los dos dirigentes estuvo rodeado de folclore, bajo un sol espléndido y con las cumbres alpinas nevadas de fondo.
Ambos estuvieron de acuerdo en mantener las sanciones a Moscú mientras no respete completamente los acuerdos de Minsk y la soberanía de Ucrania, indicó más tarde la Casa Blanca. Estos pactos, firmados en febrero entre los distintos bandos, preveían un alto el fuego que es violado regularmente.
En una rueda de prensa separada, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, instó al G7 a “confirmar su unidad” sobre las sanciones contra Rusia. “Si alguien quiere reconsiderar esta política, sólo podrá hacerlo para reforzarla”, dijo.
Situación "tensa" en Ucrania
Sobre el terreno, en el este de Ucrania, que ha vivido en los últimos días un resurgimiento de la violencia, la situación seguía siendo “tensa” ayer, según el ejército ucraniano.
Un portavoz militar evocó ayer el vuelo de drones y disparos de cohetes, a medio camino entre el bastión rebelde de Donetsk y Mariupol, última gran ciudad de la zona en conflicto bajo control del gobierno ucraniano. Según la misma fuente, ocho soldados ucranianos fueron heridos en las últimas 24 horas. Las autoridades separatistas, por su parte, dieron parte de dos civiles heridos en Donetsk en un bombardeo atribuido al ejército ucraniano.
En Baviera, la canciller alemana recibió poco después del mediodía al resto de los invitados -el presidente francés, François Hollande, el primer ministro británico, David Cameron, el presidente del Consejo italiano, Matteo Renzi, el primer ministro japonés, Shinzo Abe y su homólogo canadiense, Stephen Harper- para la cumbre, que se celebrará en el castillo de Elmau, un hotel de gran lujo.
"Fecha límite" para Atenas
En alusión al caso griego, Obama se refirió a la necesidad de los socios del G7 de encontrar los medios para “mantener una Unión Europea fuerte y próspera”.Igualmente presente, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instó a Atenas a presentar nuevas propuestas de reforma a la mayor premura.
“Evidentemente, hay una fecha límite”, dijo dirigiéndose a su “amigo” Alexis Tsipras, el primer ministro griego. El gobierno de izquierda radical de Grecia y sus acreedores -el Fmi, la Unión Europea y el Banco Central Europeo- llevan negociando desde hace cinco meses para desbloquear los 7.200 millones de euros del último tramo del rescate que Atenas necesita desesperadamente.
A tres semanas de que se cumpla el plazo para que Grecia pague la deuda de 1.600 millones de euros, los acreedores propusieron un proyecto de reformas a Grecia que el primer ministro heleno calificó de “absurdas”.
Tsipras, presionado por las exigencias de las instituciones y las promesas antiausteridad que hizo a sus electores, se entrevistó el sábado con la noche con Hollande y Merkel. Tanto Francia como Alemania se han implicado directamente en el asunto para evitar que Grecia deje de pagar sus deudas, lo que podría conducir a su salida de la zona euro.
Por su parte, Estados Unidos también está preocupado antes el riesgo que representa Grecia para una economía mundial frágil e instó a los europeos a tomar en consideración la posibilidad de una eventual salida del país heleno de la zona euro.