Tras el para muchos inesperado éxito de “Bohemian Rhapsody” esta suerte de biografías musicales parece que cobran nueva vida.
La película no es para nada indulgente con el músico. A diferencia de lo que se vio en “Bohemian...”, aquí el filme arranca con todo. Taron Egerton, el actor de “Kingsman”, que bien puede hacer la biografía de Gastón Pauls porque es muy parecido, aparece vestido con el traje de plumas naranja y el casco con cuernos, irrumpe en una sala. Se suma a una ronda de adictos. “Soy adicto al alcohol. Soy adicto a las drogas. Soy adicto a la cocaína. Soy adicto al sexo”, dice. Lo que sigue es un cruce como de musical de Broadway en el que las letras de las canciones forman parte de la vida del protagonista, con mucho vuelo -genial la escena en la que debuta en Los Angeles y él y los espectadores empiezan a levitar-.
Está la infancia, con el desprecio de su padre, la poca atención de su madre (Bryce Dallas Howard, de “Jurassic World”) y la adoración de su abuela, sus comienzos, cómo cambió de ser Reggie Dwight a su nombre artístico (el John es por Lennon), la relación con el letrista Bernie Taupin (Jamie Bell, que ya no es el niño de “Billy Elliot”).
El realizador Dexter Fletcher (que dirigió a Egerton en “Volando alto”) imprime ritmo constante, sea con números musicales o saltando de una desavenencia de Elton con su pareja y manager a su consumo desmesurado de droga.
La película tiene todo para ser un éxito, y mantiene en parte la estructura de “Bohemian...”, pero parece mucho más sincera y cercana al autor de “Club at the End of the Street”.