El presidente Alberto Fernández agradeció el apoyo transversal que recibió en el Congreso (Diputados y Senadores) su proyecto de ley para la restauración y sostenibilidad de la deuda externa. Toda la oposición, a excepción de los dos diputados de la izquierda, votó con el oficialismo. Y en el Senado fue unánime el voto para su sanción definitiva.
Como parte del entendimiento, el Gobierno se comprometió a trabajar con los gobernadores para reperfilar las deudas provinciales, una propuesta que hizo Juntos por el Cambio y que fue bien recibida por los gobernadores peronistas.
Sería difícil para la Nación evitar un nuevo default si algunas provincias entraran en cesación de pagos.
La ley sancionada establece reglas para la negociación con los acreedores. Por ejemplo, permite la jurisdicción extranjera para la deuda que se emita fruto del acuerdo y fija los montos de las comisiones para los intermediarios.
Desde el punto de vista cuantitativo, el oficialismo no necesitaba este respaldo, pues se había asegurado la mayoría necesaria para aprobarlo. Su valor es cualitativo: en el frente interno, la oposición ha mostrado lo que se puede lograr si se actúa con prudencia y sentido común; en el frente externo, el Gobierno podrá exhibir ante los acreedores un consenso político que hasta hace poco era imposible. De hecho, el año pasado Mauricio Macri envió al Parlamento un proyecto de ley con un objetivo similar y sus opositores se negaron a tratarlo.
El jefe de Gabinete ha evaluado que el consenso “muestra madurez en el sistema político”. Si bien implica, como entendió Santiago Cafiero, “un respaldo a la posición argentina en la negociación con los acreedores”, la principal coalición opositora dejó claro la necesidad de debatir y de acordar un modelo económico.
El Gobierno sigue sin presentar su plan económico; ni siquiera ha enviado al Congreso un proyecto de Presupuesto. Y, en el marco de la renegociación de la deuda, apenas si se limita a reiterar que Argentina primero debe crecer y luego pagar.
Más allá de que la frase podría ser interpretada como que el país no tiene un problema de liquidez sino de insolvencia, lo que equivaldría a aceptar por la vía del eufemismo que estamos al borde de otro default, el presidente del interbloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri, afirmó que “hay que definir cómo vamos a crecer”.
En otras palabras, ahora el oficialismo debe consensuar con la oposición los pilares estructurales del programa económico que se implantará en el país para salir definitivamente del círculo vicioso en el que nos hemos extraviado durante décadas.
Ese consenso sería una verdadera prueba de madurez. Para los países que lo lograron, significó un punto de inflexión en su historia.