Un Expreso hundido y sin fuego

Otra dura derrota del equipo, que no tiene rumbo y ve más cerca el fondo de la tabla. Arsenal lo “liquidó” en un tiempo.

Un Expreso hundido y sin fuego
Un Expreso hundido y sin fuego

El Expreso volvió a descarrilar.  Y de la peor forma. Como dijo su entrenador post derrota: “Tocó fondo”. Sin más palabras.

Es así. Este equipo sigue sin encontrar el rumbo futbolístico y se hunde en el fondo de la tabla de posiciones. Con nulas respuestas y sin argumentos sólidos como para revertir una historia que viene mal desde hace rato.

No hace pie en el torneo y quedó eliminado de ambas Copas (Argentina y Sudamericana). Sí. No tiene objetivos importantes por delante.

La excursión por Sarandí terminó con un resultado que deja huellas y heridas profundas, que en el fútbol argentino sacan técnicos. Sin dudas. Fue una caída dolorosa por donde se la mire y bajo cualquier foco de análisis.

Por eso Carlos Mayor dejó un gran interrogante en cuanto a su continuidad en el cargo.

Un tiempo le alcanzó a Arsenal para desnudar todas las miserias del Tomba. El resto del encuentro estuvo de más, fue sólo para cumplir y mostrar las diferencias que ayer existieron entre uno y otro.

Es verdad que el elenco mendocino tuvo la chance de iniciar la tarde de otra manera si Leandro Fernández convertía al minuto de juego una ocasión clarísima, pero siempre se cae en lo mismo y es una constante en el funcionamiento de actual modelo.

Perdona arriba y sufre demasiado atrás, sin importar quién está al frente. ¿Podrá cambiar esto alguna vez?

El adiestrador ha modificado piezas y probó con diferentes apellidos, y el resultado no se modifica: es un tembladeral en defensa.

Porque en una ráfaga el dueño de casa se encargó de demostrar que Godoy Cruz es un conjunto muy endeble, débil y con la mandíbula floja, que cualquier golpe duro lo pone en la lona. Nocaut.

Los de Palermo fueron construyendo el triunfo con buen juego colectivo y con una dosis de efectividad letal. Cada estocada era un dolor de cabeza para la última línea tombina y una alarma de gol que se encendía permanentemente frente a la humanidad de un indefenso Moyano.

El Bodeguero veía cómo los hombres rivales se regodeaban con el balón y gritaban de la mano de un Zelaya intratable y un Alemán  conductor con todas las letras.

Quedó claro que el Expreso pasó con mucha pena y sin gloria por  otra estación en este torneo de transición. Y esta es la palabra que mejor le cabe al elenco de la Bodega.

A esta altura sobran las excusas públicas y los lamentos. Godoy Cruz debe, con urgencia, ir reconstruyendo el estilo que va despilfarrando en este semestre por decisiones, muchas veces, pensadas y alejadas desde el juego mismo.

Necesita volver a las fuentes rápidamente.

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