Alemania amaneció hoy conmocionada por la noticia de que un ex actor de películas porno gay se infiltró en los servicios de inteligencia del país, logró ocultar una doble vida como islamista radical y llegó a buscar socios para lanzar un atentado contra el aparato de inteligencia de la potencia europea, antes de ser descubierto y detenido.
Hace apenas dos meses el jefe de los servicios de inteligencia internos, Hans-Georg Maassen, había alertado públicamente que 9.200 salafistas -miembros de una corriente ultraconservadora del islam- vivían en el país.
Puertas adentro hacía tiempo que había reforzado la capacidad de su agencia para mantenerlos vigilados. Según reveló la revista Der Spiegel, el medio alemán que destapó el caso ayer, el doble espía había sido contratado en abril de este año por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania (BfV), el servicio secreto interno, para recabar información sobre estos islamistas ultraconservadores dentro del país.
Hasta ahora no se conoce el nombre del espía, pero sí se sabe que se trata de un español de 51 años que se naturalizó alemán después de muchos años de vivir allí. Casado y padre de cuatro hijos, se habría convertido al islam y radicalizado hace dos años en conversaciones telefónicas con un predicador en Austria, sin que su familia se enterara.
Nada de esto fue descubierto por los agentes del BfV que lo investigaron antes de contratarlo en abril pasado, ni tampoco su pasado como actor de películas porno gay hace sólo cinco años.
Todo esto sus jefes lo descubrieron hace dos semanas, cuando un informante del BfV detectó a un hombre en un chat utilizado por islamistas que decía ser un espía infiltrado en ese servicio secreto y ofrecía importante información para lanzar un atentado contra la sede de esa agencia de inteligencia en la ciudad de Colonia.
El apodo que utilizaba el entusiasmado espía era el mismo que había utilizado en 2011 para protagonizar películas porno gay. El informante del BfV invitó al doble espía a un chat privado y allí fue interrogándolo hasta que la información detallada y exacta que obtuvo lo delató. Al día siguiente, las fuerzas de seguridad alemanas detuvieron al hombre de 51 años.
Ya en detención, el doble espía habría confesado "parcialmente" a las acusaciones del BfV, según adelantó ayer Der Spiegel. La oficina de la Fiscalía de Düsseldorf, encargada de la investigación, informó a la prensa que el hombre está bajo sospecha de intentar revelar secretos oficiales, de preparar un atentado y de haberse declarado dispuesto a delinquir, según la agencia de noticias ANSA.
Su tarea ahora es determinar a cuánta información secreta llegó a tener acceso y cuánto pudo difundir entre las redes de islamistas ultraconservadores y radicales en Alemania y fuera del país. Mientras la Justicia avanza en la investigación, el primer caso de un islamista infiltrado en los servicios secretos de Alemania desató una tormenta en el mundo político.
"No sólo es un poco bizarro, sino que también da miedo", sentenció ante la prensa Hans-Christian Ströbele, un miembro del Comité de Control Parlamentario que debe fiscalizar el trabajo de los servicios secretos en Alemania, según la cadena de noticias pública alemana Deutsche Welle.
"Se trata de una agencia, cuyo papel central es el contraespionaje, que contrató a un islamista que potencialmente tuvo acceso a información clasificada, y que potencialmente intentó difundir propaganda islamista y reclutar a otros para que sean contratados y, quizás, lancen un ataque", se quejó.
El legislador pidió que el BfV explique "de inmediato" cómo contrataron "a alguien así". En paralelo, el jefe del BfV habló hoy ante la prensa e intentó defender a su agencia.
"Realizamos un chequeo de antecedentes estricto, en el que entrevistamos a cinco referencias y revisamos todo el espectro (de información) disponible (...) Era un padre de una familia grande con una situación económica sólida que hacía bien su trabajo. Aparentemente se auto radicalizó", explicó Maassen.
Sin embargo, sus explicaciones no dejaron contentos a la dirigencia política, ni siquiera al oficialismo.
"Estamos ante un vacío de seguridad", advirtió hoy Burkhard Lischka, responsable de la política interior del Partido Socialdemócrata, socio de la gran coalición de gobierno que lidera Angela Merkel.