Un estudio revela que madrugar puede generar un mayor estrés en las personas

Una investigación inglesa lo vincula con malestares que tenemos durante el día. Para otros especialistas eso depende más de cada individuo.

Un estudio revela que madrugar puede generar un mayor estrés en las personas

“Al que madruga, Dios lo ayuda” dice el refrán que un estudio inglés ahora parece contradecir. Una investigación científica pone en duda que sea beneficioso levantarse temprano y se suma a los informes que señalan que los problemas del sueño afectan a casi la mitad de la población mundial.

El sitio web español La Información postuló que un estudio de la Universidad de Westminster revelaba lo siguiente: "La gente que se levanta temprano es más propensa a tener dolores musculares, dolores de cabeza, síntomas de resfriado y su estado de ánimo es peor. No solo eso, tienen más estrés".

El estudio de la universidad inglesa fue realizado con 42 voluntarios a los que se tomó muestras de saliva ocho veces al día durante 48 horas, la primera muestra apenas despertaban. El análisis revelaba que la mitad de quienes despertaban temprano -antes de las 7:21- tenían niveles más altos de cortisol comparados con quienes se levantaban más tarde. La hormona cortisol suele liberarse por el estrés y los niveles obtenidos en la mañana se mantenían durante todo el día.

Según la misma fuente, los investigadores, dirigidos por la doctora Angela Clow, afirmaban que el estudio podía proporcionar una base fisiológica sobre despertarse temprano y tarde. Hacerlo temprano se relacionaría con más concentración, pero también estrés e ira. Por el contrario, despertarse tarde contribuiría a estar más relajados a lo largo del día.

Consultado por Los Andes, el biólogo argentino Diego Golombek explicó algunas cuestiones sobre aprovechar mejor el sueño: "Hay dos grandes grupos de personas según cuándo duermen y cuándo tienen mejor rendimiento. Los matutinos, también llamados alondras, y los vespertinos o búhos". Esto significa que no hay una sola regla para todas las personas y que según cada organismo varía el mejor momento para dormir.

A nivel general, los niños deberían dormir entre nueve y diez horas, los adolescentes nueve y los adultos un poco más de ocho. La diferencia de temperatura no es una variante importante (por ejemplo, no hace falta dormir más cuando hace más frío) aunque los cambios en los horarios de salida y puesta del sol pueden afectar el sueño ya que lo ideal es dormir con oscuridad absoluta.

"Hay que considerar las variaciones naturales y el efecto sobre cada persona. Cada uno se conoce, será mejor cuánto más pueda adaptar los horarios a su reloj interno. En cuanto a los hijos, conocer si son búhos o alondras, los adolescentes tienden a ser más búhos y por eso hacen varias cosas por la noche", analizó Golombek.

En Mendoza, el neumonólogo Javier Abdala ha participado en estudios sobre apneas del sueño, una patología que afecta a la persona dormida cuando deja de respirar durante diez segundos. Ellas también están vinculadas al estrés por el cansancio pero no tienen relación con el estudio de la Universidad de Westminster. Así lo afirma el especialista que señala no hay un vínculo probado entre levantarse temprano y las apneas ya que ellas se producen al dormir y sin importar la hora en que se haga.

Dentro de los variados análisis que se han hecho sobre el sueño, la cadena británica BBC Mundo publicó en abril cinco consecuencias nefastas de la falta de sueño: mala dieta, salud mental afectada, riesgo de accidentes, menor rendimiento físico y limitada capacidad cognitiva.

Según datos de la Asociación Mundial de la Medicina del Sueño, los problemas vinculados a dormir amenazan la salud y la calidad de vida de más del 45% de la población mundial.

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