Devaluación, inflación y recesión, el eje del mal para los salarios privados tocó este año y llegó implacable. En mayo, último indicador del salario promedio privado registrado, el monto llegaba a 23.900 pesos bruto (19.837 pesos neto), teniendo un incremento interanual del 26%.
En promedio, los salarios públicos nacionales, provinciales y municipales, terminaron el primer trimestre de 2018 en 24.900 pesos. Después vino la mejora al ritmo de la inflación para los sectores públicos que acordaron incrementos automáticos (cláusula gatillo) cuando se superó el 15% del IPC nacional o provincial.
Será complicado que los sueldos de los distintos sectores privados, atados a la realidad del mercado que vive cada rubro, lleguen a empatarle a la inflación de este año que terminará por encima del 40%.
Igual, hay gestos que la corporación política podría haber dado y los evitó. Que los legisladores cobren 137 mil pesos en bruto, como informó Los Andes el jueves, no deja de ser irritante. Si bien es complicado establecer en cuánto le quedaría a un legislador el salario de bolsillo por la retención de Ganancias y demás ítems, si se aplicara una quita del 17%, como sucede en la mayoría de los salarios, quedaría en 113 mil pesos, 5,7 veces más que el salario privado registrado promedio de 19.837 pesos neto.
Pero que Mendoza tenga los salarios más bajos de la región ya es otro problema que excede las ventajas que se ocupa de mantener la corporación política y la judicial, esta última ha logrando incrementos del 53% en un año. Que en la enseñanza privada mendocina se paguen los peores sueldos del país es preocupante. Mendoza, la Barcelona argentina y provincia líder indiscutida de Cuyo, tiene los salarios privados más bajos de la región porque no encuentra un modelo de desarrollo viable. De esta situación son responsables empresarios y políticos que no se han animado a pensar y a querer tener una Mendoza con mejoras para todos, no sólo para algunos.
Ahora bien, la devaluación también hizo que el indicador de los costos productivos descendiera 10,8% impulsado por la baja del costo salarial y la reducción del precio de los bienes de capital y las materias primas, según un informe de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
La mejora salarial será complicada de ir concretando en una economía en recesión y sin certidumbre sobre el repunte de la actividad. Además, si crece la desocupación, más complicado será lograr incrementos salariales, porque más gente buscará trabajo.
También, al tener bajos salarios, más personas buscan otra ocupación para mejorar su ingreso. Para rematar, competimos contra las máquinas que hacen nuestro trabajo sin cobrar salario. El mercado laboral cambia rápido y como era de esperar, la política no tiene respuestas para la despiadada transición que dejará a muchos en el camino. Sí tiene respuestas para sus salarios.