En noviembre de 1932 Winston Churchill viajó a Múnich. En sus memorias da cuenta de aquella visita y su inmenso interés por conocer a Hitler, el político más renombrado de entonces. Allí relata el episodio relativamente poco conocido, sobre el día en que casi se vieron cara a cara.
Alojado en el hotel Regina Churchill conoció a Herr Hanfstaengl “un joven alegre –señaló-, locuaz, que habla muy buen inglés, y parece amigo de Hitler. Lo invité a cenar y le dije que quería reunirme con él. Él me respondió: ‘Es algo difícil de organizar, pero él viene aquí todos los días a las cinco de la tarde, y estará encantado de conocerlo”.
Sir Winston tenía gran curiosidad sobre las ideas que comenzaban a tomar fuerza en el país germano, entonces preguntó a su interlocutor "¿Cuál es el sentido de estar contra un hombre simplemente a causa de su origen? ¿Acaso un hombre puede elegir cómo nacer?". Aparentemente esto molestó a los alemanes: "Yo en ese momento no tenía prejuicios sobre Hitler –continúa Churchill-, pero le pregunté (…) No cabe duda que el joven le contó a su führer esta conversación, porque al otro día me dijo: 'El encuentro es imposible. Él no vendrá al hotel esta tarde'. Y bueno, así fue como Hitler perdió su única oportunidad de reunirse conmigo".
Llamativamente esta anécdota fue retratada de un modo diferente por Martín Gilbert, biógrafo oficial del célebre Primer Ministro inglés. En su versión fue Hitler quien comenzó las tratativas para la fallida reunión.
Recorriendo las calles alemanas el político londinense conoció con horror el fanatismo nazi y entendió que una gran amenaza se avecinaba sobre el continente europeo.
Consecuentemente cuando algunos meses más tarde Hitler llegó al poder, nuestro protagonista dio un duro discurso ante el Parlamento británico: "Cuando leemos sobre Alemania, cuando vemos con sorpresa y pesadumbre la tumultuosa insurgencia de ferocidad y espíritu belicista, el despiadado maltrato a las minorías, el rechazo de las protecciones normales de las sociedades civilizadas a grandes números de individuos sólo a causa de su raza; cuando vemos lo que ocurre en una de las más talentosas, educadas, científicas y formidables naciones en el mundo, entonces no podemos sentirnos bien, las violentas pasiones que han invadido Alemania no han encontrado, hasta ahora, ningún otro escape más que volcarse sobre los propios alemanes".
Ernst Hanfstaengl, el interlocutor entre ambos dirigentes, fue un pianista y empresario que se mantuvo junto a Hitler hasta 1937 cuando supo que éste deseaba eliminarlo debido a algunas críticas que realizó.