Impresionante. Electrizante. Cambiante. Un canto al fútbol.
Lanús y Godoy Cruz entregaron un partido de película, con todas las luces y derecho al Oscar de la temporada.
Lo ganaba el Granate tranquilo, lo remontó el Tomba y lo terminó empatando el local. Tremendo por donde se lo mire.
Estaba todo dado para que brindaran un encuentro abierto y golpe por golpe. Sin especulaciones y lejos de ponerse el traje de amarrete.
Es que ambos tienen una filosofía ofensiva y de buen juego. Anoche lo dejaron bien en claro.
Además, los dos llegaron con necesidades: el local con la ilusión de alcanzar la punta del torneo y el Tomba sabiendo que, para ir reafirmando su estilo, debía cantar victoria, sumando que está en el fondo de la tabla y tiene que despegar.
El libreto estaba cantado. Cada ataque de uno sería contestado inmediatamente por el otro. Sin filtros y usando la mitad de la cancha como una aduana de paso rápido, aunque siempre apostando el juego claro y dinámico.
Así planteado, González y José Fernández avisaron que el Expreso no estaba de paseo por el Sur de Buenos Aires. Sin pestañear Silva mostró sus credenciales pero se topó con un Moyano rápido y despierto.
El conjunto de Mayor se sintió cómodo ante un rival que por naturaleza propone, por eso encontró espacios y terreno para poder desplegarse con la pelota en su poder del medio hacia adelante.
Claro que como es costumbre en este proceso, no estaba tan sólido atrás y los del Melli se lo hicieron saber en cada ataque profundo.
Así Romero la construyó y Ayala no perdonó de cabeza. En una pelota cruzada del medio a la derecha- le dolió demasiado a la defensa tombina- el dueño de casa supo sacar la ventaja justa para lograr tranquilidad.
En ese juego de estocada por estocada, Lanús fue más punzante y decisivo cuando pisó el área contraria.
El Bodeguero generó y lastimó, pero no pudo estar fino en el toque final y se encontró con un arquero muy firme.
Lanús tiene futbolistas de jerarquía que no desperdician ninguna chance y aparecen cuando el equipo más lo necesita. Romero se puso el elenco al hombro y de él vinieron las acciones que culminaron en el fondo del arco mendocino.
Parecía todo liquidado, menos para el Expreso que sacó pecho y fue al frente con orgullo y personalidad ante la adversidad en el marcador. La reacción del equipo no sólo fue anímica, también lo hizo desde el juego y lo cristalizó con los tantos de Ramírez, Ayoví y Aquino.
En su mejor versión dio vuelta la historia y dejó el estadio en silencio, pero Lanús no se rindió y Romero se vistió de héroe.
No se guardaron nada, fueron contra el arco contrario entre ceja y ceja. Pudo ser para cualquiera.
No merecían perder...