Argentina sobrepasó las expectativas con una performance a la altura de los equipos que hacen historia. Frente a una potencia mundial como Dinamarca, el seleccionado nacional igualó 24-24 en su debut en el Mundial de Handball de Catar. Cuando parecía que iba a quedar al borde de una hazaña, el equipo logró remontar un marcador desfavorable en tres goles para lograr la igualdad en los 40 segundos finales.
El largo y merecido festejo está por demás justificado, ya que le abre las puertas a una expectativa mayor y que ahora, más que nunca, se centra en la posibilidad de clasificación.
La planificación argentina se enmarcó dentro de lo previsto. Los antecedentes pesaban e inclinaban la balanza a favor de una de las grandes potencias, inserta en la elite del balonmano mundial.
Lo había imaginado “Dady” Gallardo y también los jugadores en los días previos: buscar que las diferencias se estrecharan era la premisa, con la idea de estar atentos a que saber explotar un detalle podía equiparar la evidente disparidad de fuerzas.
Si esto se lograba, el factor psicológico iba a ser clave para estar a la altura de las circunstancias en un partido de inicio de campeonato frente a un adversario candidato al título.
Dinamarca combinó cualidades en proporciones simétricas: técnica, potencia, precisión y manejo de los momentos determinantes del partido. Aún cuando Argentina pudo reducir las distancias, los daneses se mantuvieron mentalmente fuertes para ir llevando el juego hacia donde les convenía.
Llegaron a Catar para conseguir el título que siempre se les negó. Tienen con qué y hasta puede inferirse que se guardaron potencial para continuar con la base descansada para los juegos que se le vienen.
El trámite del juego tuvo un pasaje de estudio en la primera parte de la etapa inicial. Los Gladiadores demostraron un grado de concentración para una lectura correcta del partido. Un arranque tremendo del “Chino” Simonet hizo potenciar la esperanza de jugarle de igual a los nórdicos y entre Diego y Sebastián se marcó la pauta para pasar al frente 3-2, además de una notable tapada de Schulz a Eggert.
El mejor momento coincidió con la mayor diferencia: 5-3 arriba en 13’, hasta que Dinamarca dio señales de que estaba listo para afirmarse y desde los 17’45” fue implacable: excepto una definición de Fede Fernández, lo que siguió fue una imposición de diferencias con un parcial 7-0 para quebrar a cualquiera. Los dos descuentos finales de Pizarro dejaron el primer tiempo en 13-8, un resultado normal y con un actor excluyente: Eggert, un ejemplo perfecto de talento, ubicación y cabeza fría para resolver.
La Selección supo desde siempre a quién tenía enfrente. Hizo el partido que pudo y sobre todo el que su contrincante le permitió hacer. “Con el espíritu de Suecia y la experiencia”, había pronosticado el entrenador en los días previos al debut. Y, si algo identifica a Los Gladiadores es esa mixtura de características propias.
Debían estar muy finos los ejecutantes en el momento del lanzamiento y no descuidar la concentración en la transición defensa/ataque y viceversa. En consecuencias, había que estar lo más cerca posible del partido perfecto, el que siempre se sueña más allá de sobrellevar el peso natural de la oposición de jerarquía individual y colectiva.
Era lógico, también que Argentina regulara para evitar el cansancio y el desgaste físico. La continuidad de los encuentros implica que una lesión -por mínima que fuere- puede dejar al jugador fuera del radio de acción. No era lo mismo convencerse de que el resultado podía ser adverso y recibir un golpe cercano a la humillación que cerrarse para estrechar líneas y así mantener la autoestima en su justo punto medio con un resultado que evitara la goleada contundente.
Con una defensa más firme en la segunda etapa y con un rendimiento superlativo de Pizarro (la gran figura del duelo), Argentina empezó a darse cuenta que le había encontrado grietas al juego danés.
Encima, el “Negro” García dio garantías en el arco y el “Chino” Simonet brilló con definiciones de su sello. Con un repunte anímico que potenció las posibilidades grupales, la diferencia se redujo frente a un Niklas Landin que no en vano demostró por qué es uno de los mejores arqueros del mundo.
Seba Simonet ratificó que su aporte provoca un efecto contagio en el grupo y con el corazón jugado en cada pelota, vino la sucesión de tantos para cerrar con un 24-24 que pone a la Selección en la máxima consideración general.
Se puede, Gladiadores. Ustedes lo hicieron posible.
España y Francia arrancan con festejos
Los oros mundial y olímpico respectivamente, empezaron en el Mundial con victorias. En el grupo A, los ibéricos, defensores del título, empezaron con un partido discreto pero con el que ganó a Bielorrusia (38-33).
Al triunfo español ayudó la expulsión temprana de Sergei Rutenka, estrella bielorrusa, por una acción violenta sobre Viran Morros. Junto a los españoles, también se impuso Eslovenia a Chile por 36-23.
Por su parte, en la Zona C, el seleccionado Galo venció ajustadamente a República Checa (30-27). Lote que lidera, por diferencia de gol, Egipto que derrotó a Argelia (34-20).