Los diputados y senadores de la Nación tuvieron la mejor paritaria del país: se aumentaron el sueldo un 47%. Este 47% se compone del 31% que ya obtuvieron de por la negociación salarial del gremio legislativo más un 16% que se otorgaron el mes pasado en concepto de gastos de representación.
Hasta octubre un diputado, sin contar los pasajes aéreos -pueden canjearlos por dinero- y el desarraigo -lo perciben sólo los del interior-, cobraba en promedio 57.000 pesos de bolsillo y ahora cobrará 85.000 pesos: 10 veces más que el salario mínimo vital y móvil, de 8060 pesos.
Un diputado o senador no es cualquier persona: como el Presidente o un gobernador, es un ciudadano distinguido por el voto popular. Su sueldo no debería ser bajo. Pero un 47% de aumento mientras ningún sector del trabajo obtuvo este año una mejora superior al 37% es irritante, sobre todo en un contexto de economía parada, desempleo creciente e inflación.
Otro dato: los diputados y senadores, a diferencia de los jueces -que pueden ejercer sólo la docencia en simultáneo con la magistratura-, sí pueden tener otra actividad. Por ejemplo, un diputado abogado puede trabajar en su estudio jurídico y un senador agricultor atender su campo.
El aumento parece a todas luces injusto, en vista de estas diferencias y de que en la Argentina, según el Indec, la pobreza es del 32,2% y la indigencia, del 6,3%. Y no pudo haber sido más inoportuno. Pero lo que es verdaderamente condenable es que se dictó a hurtadillas: nadie se enteró hasta a partir de las quejas solitarias del trotskista Néstor Pitrola la prensa descubrió las resoluciones firmadas por el presidente de Diputados, Emilio Monzó, y la vicepresidenta, Gabriela Michetti.
A las escondidas, y justo una semana después de que los diputados Nicolás Massot y Sergio Massa intentaran infructuosamente -tras un rechazo del radical Mario Negri- aprobar de madrugada un aumento de la cantidad de diputados, de 257 a más de 300. Quizás sería conveniente que antes de subirse el sueldo, y ocultarlo, pongan un mayor esfuerzo en sacar leyes orientadas a corregir esas eternas desigualdades.