Se acaba de conmemorar el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. Fue declarado así por la Organización de Naciones Unidas (ONU) mediante Resolución Nº 60/5, que adoptó esta jornada para que las comunidades reafirmen el compromiso de hacer que rutas y calles sean seguras para todos.
En Mendoza, lamentablemente, seguimos teniendo un alto registro de incidentes de tránsito en la vía pública y los fallecidos en siniestros de este tipo sumaban 206 hasta el domingo 25 de noviembre, según datos computados por el periodista especializado en la temática, Eduardo Luis Ayassa.
El Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico es una oportunidad para reflexionar sobre las trágicas pérdidas por estos sucesos.
Que sepamos no hubo muchas evocaciones de la jornada en Mendoza y uno de los pocos que lo rememoró fue el departamento de Guaymallén, que denominó a su convocatoria "Más conciencia es más vida", además de una interpretación de la fecha que realizó la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud (SAES), que milita en forma constante para bajar este flagelo social.
Puestos a analizar la jornada en memoria de quienes perdieron la existencia en siniestros de tráfico, estos mantienen el triste privilegio de mantenerse como causa principal de muerte de las personas de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años. Es decir, los adolescentes que se están asomando a una etapa de mayores responsabilidades y aquellos que ya se encuentran en plena juventud.
Asimismo y a nivel mundial, los siniestros viales también se cobran numerosas víctimas entre los más chicos en el ciclo de la vida: más de 500 niños mueren cada día en el trayecto entre sus hogares y el colegio, los parques de juego y las casas de familiares y amigos.
A estos se les suman los millones de personas de todas las edades que también resultan heridas de gravedad como consecuencia de colisiones y la pérdida de estabilidad de los vehículos en los que se desplazan.
Más preocupante aún es si cubrimos un espectro más grande y relevamos que cada año los siniestros viales arrebatan la existencia de casi 1.300.000 seres y causan lesiones a nada menos que otros 50 millones de personas, que pueden llegar a padecer discapacidades permanentes.
Ese día, como cada día, pierden la vida más de 3.400 personas en las carreteras del mundo, muchas de ellas jóvenes que acababan de comenzar su etapa de adulto.
Detrás de estas estadísticas hay padres, hijos, hermanos, compañeros de trabajo y amigos que quedan golpeados por hechos, en muchos casos evitables. Si se pueden prevenir, no son accidentes y los seres humanos deberían sustraerse a sus consecuencias.
Su sufrimiento no es solo emocional; los siniestros del tránsito, a menudo, acarrean un duro golpe económico a las familias, que muchas veces sufren penurias económicas por la pérdida de uno de los miembros que contribuyen a su sustento o por los gastos asociados a la pérdida de ingresos y a la atención médica prolongada.
Es entonces esta evocación una ocasión para ampliar las iniciativas de prevención de los incidentes en la circulación de automotores y de las innumerables lesiones que causan.
Esto supone mejorar la calidad y la seguridad de las vías de circulación, que en Mendoza exige un replanteo urgente; más si tenemos en cuenta que carreteras seminuevas como la doble vía a Tunuyán ya presentan roturas, y lo mismo pasa con el Acceso Oeste.
En torno a los conductores no se debe cansar insistir en evitar el exceso de velocidad, la conducción en estado de embriaguez, el uso de los celulares durante el manejo y la promoción enérgica de los cinturones de seguridad, los cascos en motocicletas, y los asientos de coche para niños.
