Un día que no debería ser evocado

En noviembre se conmemora el día mundial de las víctimas de accidentes de tránsito.

Un día que no debería ser evocado
Un día que no debería ser evocado

Hace algunas jornadas, en Mendoza y  el país se evocó tristemente el Día Mundial de las Víctimas de Accidentes de Tránsito.

En muchos lados se antecede al enunciado de la fecha la palabra prevención. Dos términos -prevención y accidentes- que deberían ir de la mano, por el bien de la ciudadanía. Fue la Asamblea General de las Naciones Unidas, la que proclamó el Día Mundial en recuerdo de las víctimas de incidentes de tráfico, y lo colocó en el calendario en el tercer domingo de noviembre.

La recordación ofrece una oportunidad de concientizar a la opinión pública sobre el sufrimiento que los siniestros en calles y rutas producen en las familias, además de la escala de devastación económica y la labor de los servicios de apoyo y rescate (bomberos, policías, paramédicos).

Desde que se adoptó este día, su conmemoración se ha extendido a un número cada vez mayor de países, convirtiéndose la efeméride en un instrumento importante de los esfuerzos desplegados para reducir el flagelo.

Con el objetivo de reducir el número de víctimas en accidentes de tránsito, la ONU proclamó, además, el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020.

Esta recordación no pasó desapercibida en Mendoza, donde muchas personas se reunieron para estar a través del pensamiento y los sentimientos con los que se fueron por causa de la impericia, la alta velocidad y otros factores que están en el origen de estos incidentes.

En Mendoza hay varias entidades civiles que se dedican a la prevención de siniestros de tránsito y que además asisten a allegados de las personas fallecidas. Por ejemplo, ese es el cometido que realiza, a puro pulmón, la fundación Red de Corazones que representa a Alan Villouta (21), atropellado en el Acceso Sur en agosto de 2017 cuando salía de trabajar. “Es una red que sostiene, que abarca y que pesca”, dice el padre de Alan, Andrés Villouta, dando a entender la misión que han asumido estos mendocinos que atravesaron duras experiencias.

Alrededor de 1,25 millones de personas mueren al año a causa de los accidentes de tráfico, según el Informe sobre la Situación Mundial de la Seguridad. Además el 90% de las víctimas se producen en países de ingresos medianos. Casi la mitad de las víctimas fatales son peatones, ciclistas y motociclistas.

Estas pérdidas humanas, económicas y/o sociales pueden evitarse. Se han identificado diferentes factores que aumentan el riesgo de las lesiones, como la velocidad excesiva, la falta de uso de cinturones de seguridad y sillas protectoras para los niños, la conducción en estado de embriaguez, la falta de uso de casco protector para vehículos de dos ruedas y a lo que se suma el gran incremento de los percances derivados del uso de la telefonía móvil mientras se va conduciendo un rodado.

También coopera para que se produzcan estos desenlaces   una infraestructura vial mal diseñada o insuficientemente mantenida y vehículos viejos, mal conservados o que no cuentan con dispositivos de seguridad. Realidad que se viven en Mendoza, no obstante que en los últimos tiempos han mejorado algunas vías de comunicación y otras están en etapa de reconstrucción con criterios dictados por la moderna vialidad.

Pero, el panorama todavía es sombrío y la provincia también lo sufre. Si no se adoptan medidas urgentes, en pocos años las lesiones provocadas en estos siniestros se habrán convertido en una de las principales causas de muerte y la principal entre personas de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.

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