Un día cualquiera de principios de la década del noventa, entré por primera vez a la pista de Leonardo Murialdo, los muchachos habían salido campeones argentinos y la nota correspondiente me tocó hacerla recuerdo algunos nombres de ese campeón, pero me sorprendió mucho la escuela que había instalado en esa casa deportiva el maestro Oscar Oruez.
Era un Murialdo imbatible como este de Néstor Perea versión 2.0, pero con la misma filosofía, trabajo, trabajo y más trabajo, esa trilogía más sacrificio seguramente llevaría en algún momento a todo el pueblo amarillo a la gloria.
Una de las promesas de ese entonces era Néstor Perea que desde el medio hacia todo más fácil a sus compañeros.
El profe con el tiempo siguió el camino del maestro Oruez y de dedicó a la dirección técnica. El ‘cabezón’ tenía pasta y había que esperar el momento justo, para que el semillero explotara.
Y la gloria llegó para las hueste Amarillas y de la mano de este sabio del hockey como es Perea y se dio con jugadores canteranos.
Este Murialdo llegó más allá que el de Cantero, Rigazzi, Orosito y compañía, pero con la misma filosofía haciendo todo lo difícil, fácil, pero sin restar esfuerzo, sacrificio y mucho trabajo.
Un aplauso también para la dirigencia, que supo confiar en este grupo de campeones y en su DT de lujo.
Desde esta tribuna saludamos a Leonardo Murialdo el nuevo campeón de América: ¡Salud campeones!.