Argentina ganó bien, pero con lo justo. Fue más preciso y se quedó con un triunfo clave de cara a la clasificación. Igual, dejó algunos interrogantes a resolver, y quien primero debe hacer el análisis es el propio Pekerman Durante cuatro años se esperó por estos noventa minutos.
El recuerdo lacerante de la eliminación en el Mundial pasado se había posicionado como un lastre cada vez con mayor peso. No era poco este debut para la Argentina, que debió enfrentarse a dos rivales: sus propios fantasmas, que le sobrevolaban desde Japón, y este enigma que representaba Costa de Marfil, una formación en ascenso y que había dejado atrás el rótulo de representante de un fútbol ingenuo y frágil.