El pitazo final de Rabufetti fue un alivio. Mendoza saludó a su rival y conformó una ronda con todo el plantel abrazado, donde el capitán del equipo, Germán Bustos, era el único que hablaba: “esto es el premio por no bajar los brazos después de lo de la semana pasada”, se le escuchó decir rodeado por fanáticos que esperaban para pedir autógrafos, camisetas o un saludo.
Y de pronto una voz llegó desde afuera, casi sin aliento, anunciando: “¡Terminó el partido, ganó Rosario!”. Ahí estalló la euforia. Así, abrazados como estaban, empezaron a saltar y como una válvula de escape que tuvo que esperar una semana para explotar, el grito unánime de “dale campeón” sonó por primera vez en la historia del rugby mendocino. El seleccionado de la URC se consagraba campeón argentino por primera vez. 30-12 Sobre Córdoba en aquella provincia.