Con todos los problemas ya conocidos por los que atraviesa el deporte en Mendoza, el sóftbol, tuvo sin embargo un año auspicioso. Tal lo previsto por los dirigentes de la Federación local a comienzos del ‘96, los objetivos trazados se fueron cumpliendo ordenadamente y en base al esfuerzo de todos lo que hacen a esta disciplina.
Los factores favorables fueron muchos. En un principio, la sinceridad para desenvolverse en el orden nacional donde se logró un espacio destacado que hacía años se le venía negando a la gente del interior del país, específicamente, a los mendocinos.
También debieron hacer frente a la organización de acontecimientos deportivos de envergadura y lo hicieron con una notable sobriedad, alcanzando inclusive, el elogio de otras federaciones.
Esto, además, se hizo posible con la preocupación constante de los padres que tienen sus hijos en las ategorías menores, de los jugadores más avanzados y a los directivos.
