Con una malla como única ropa, el chino Cui Deyi, apodado el "oso polar", tiritó de frío más de una hora dentro de un receptáculo transparente con hielo hasta la cintura, pero no perdió la sonrisa, orgulloso de su reto.
“Por el momento me siento muy bien”, declaró Cui Deyi, con el torso al aire pese a las temperaturas gélidas de Handan, una ciudad del norte de China.
Cui es uno de esos “chiflados” que someten sus cuerpos al frío extremo en los cuatro costados del planeta para probar sus límites. “Podría quedarme por lo menos una hora más”, proclamó el atleta.
Lo dijo con la seguridad de quien ya aguantó 75 minutos en las aguas glaciales de las costas noruegas en 2011, o eso dice. Tener las extremidades inferiores aprisionadas no le impidió ganar varias partidas de ajedrez chino.
Como un relámpago, movía las fichas en la bandeja colocada frente al contenedor en el que estaba metido.