Duelos varios con resultados dispares. En el trato del balón y lo puntilloso para trasladar la pelota al ras del piso era más la visita. La movilidad de Rodríguez y Menéndez y el desequilibrio por izquierda de Leandro González fueron fundamentales para evidenciar rápidamente fisuras en esa línea de cinco que hace Gimnasia cuando lo atacan. Por arriba y con la pelota quieta el Lobo aventajaba al Decano.
Albornoz mostraba supremacía por los aires; además Fredrich, que reventó el travesaño, y Montiveros, que le pegó muy cerquita del palo izquierdo del mendocino Lucchetti, dejaban en claro que había ejecutantes de riesgo. Pero hay un duelo que perdió y le costó los tres puntos al equipo de Toti Arias: la experiencia del Decano. Casi que va de la mano de la jerarquía. El gol fue una muestra fiel de ello.
Centro que llega al punto penal, Garnier peina convencido que iba a encontrar alguien a sus espaldas y ese alguien era ni más ni menos que la Pulga Rodríguez. El delantero dominó la pelota, la empaló ante el achique de Alasia y el esférico entró manso al arco de Gimnasia. Tanta parsimonia para definir hacía pensar que la Pulga estaba en posición adelantada. No se puede ser tan frío dentro del área.
Todos en la platea miraban al juez de línea pero no encontraron lo que esperaban. El banderín bajo despertaba sólo desconsuelo. Una vez más (por medio de Menéndez) iba a llegar el Decano al área local. Se había quedado con el botín y por eso poco ya le interesaba también el arco de enfrente. Lo que ya tenía en su poder lo supo defender luego sacando a relucir toda esa experiencia que tiene uno de los grandes de la categoría. Se perdió ante uno de los candidatos que tiene la categoría para ascender.
Y Gimnasia estuvo a la altura. Las distancias parecen cortas. El Decano dio la sensación de estar al alcance de la mano, de no ser inalcanzable. Aunque, en realidad, está varios escalones arriba.