Hace un par de años, en la noche del 2 de setiembre de 2016, Atilio Bartoluccio (51), vecino de San Martín, fue asesinado en la puerta de su casa por delincuentes que pretendieron asaltarlo. El hombre vivía en Nueva California y a las pocas horas la Policía del lugar detuvo a dos sospechosos.
Nunca hubo pruebas suficientes contra los detenidos y ahora, cuando el caso llegó a juicio, se supo que la investigación fue defectuosa. En ese contexto, el tribunal terminó por la absolución lisa y llana de los imputados y el caso quedó impune.
"La manera en la que se investigó es casi un manual de las cosas que no hay que hacer", resumió el fiscal de Cámara Oscar Sívori, que a la hora de los alegatos eligió no acusar y pidió la absolución de los imputados.
Atilio Bartoluccio vivía en Nueva California, al norte de San Martín. Hasta donde llegaron dos delincuentes y uno de ellos llamó desde la calle a través del portón.
Cuando Atilio atendió, el extraño le pidió un vaso de agua y esa treta permitió que su cómplice entrada al predio, posiblemente por los fondos. Bartoluccio descubrió al intruso y hubo un forcejeo hasta que el dueño de casa tomó la barreta con la que atrancaba la puerta y con ese hierro golpeó al invasor, que en un momento disparó su arma y lo hirió mortalmente.
La banda escapó y a los pocos minutos llegó la Policía. La mujer y su hija describieron a los atacantes como jóvenes, flacos y altos, con ropa oscura y las caras cubiertas por una gorra y un pañuelo, también oscuros.
Con esos datos, dos auxiliares de policía partieron a recorrer la zona y detuvieron, a casi dos kilómetros de allí y cerca del destacamento a Sergio Alex Quiroga (24) y Emiliano Enrique Carrión (26), que fueron llevados a la escena del crimen, contrariando las normas de cualquier procedimiento.
"Buscaban a dos de oscuro y estos muchachos, que estaban tomando una cerveza en la plaza, andaban de campera roja y gorro blanco", explicó el abogado defensor Gabriel Aliana: "Agarraron a dos perejiles, a los primeros que vieron. En la casa de la víctima les sacaron las zapatillas para compararlas con una huella...".
Una pisada de zapatilla en el patio fue la única prueba para culpar a los imputados y no hubo otra cosa: no se encontró rastro de pólvora en sus manos, no estaban heridos pese a que uno de los asaltantes fue golpeado con un fierro, no tenían manchas de sangre en la ropa y la descripción no coincidía.
Así las cosas, el tribunal compuesto por Salvador Arnal, Eduardo Orozco y Victoria Franano entendió que ni siquiera se podía establecer que fuese del asesino o de su cómplice". Finalmente, Quiroga y Carrión fueron absueltos y se pidió investigar a los policías que participaron.