Después del anuncio de las medidas que lanzó el gobierno el miércoles se popularizaron bromas de todo tipo en las redes sociales. Alguno llegó a decir que “Macri no hizo los anuncios porque tenía que disfrazarse de Cristina”. Es que las medidas adoptadas siempre fueron rechazadas antes por el mismo Presidente pero, si son exitosas, solo alcanzarían para llegar a las elecciones y luego habrá que hacer un sinceramiento que ponga las cosas en orden.
A los políticos argentinos y a la sociedad en general les cuesta entender que la inflación en un proceso y, como tal, tiene una etapa de desarrollo en su crecimiento y también en su decrecimiento. Nunca nacen de golpe ni desaparecen en forma automática, pero es un proceso que tiene su propia dinámica y que, cuando arranca, comienza como un fenómeno monetario dado por la creación de moneda por cantidades superiores a las que demanda el mercado, y esto se hace para financiar déficit fiscal, el gran cáncer cultural de la Argentina de los últimos 70 años.
Cuando no se emite moneda se recurre a la emisión de deuda externa, pero al monetizar los dólares se produce el aumento de la oferta monetaria, con el agravante que al pagar los servicios de la deuda se acrecienta el déficit fiscal y el financiero. La inflación, además, en su camino se va alimentando de otros factores sicológicos, como las expectativas, que hacen algunos aumenten precios por miedo o para cubrirse. Pero el miedo es humano y no es delito, falsificar moneda sí lo es. Sin embargo los políticos hablan de “combatir la inflación” como si fuera la señora mala del otro barrio que nos viene a hacer daño. La inflación siempre es generada por el Estado y, por ende, por los funcionarios que gobiernan y dicen que la quieren combatir.
Medidas de corto plazo
En el paquete de medidas anunciadas la única rescatable es el congelamiento de tarifas (deberán sincerarlas después), aunque los aumentos del primer trimestre, que fueron los grandes impulsores de los índices de precios, eran los programados para todo el año. Sin aumentos de tarifas, el horizonte es más previsible en medio de la inestabilidad. De la misma forma, la quita de retenciones a las pymes exportadoras, aunque sea por sobre los que exportaron el año pasado, es un aliciente positivo para las economías regionales.
Si bien hay un límite para las que exporten más de U$S 50 millones, la mayoría está por debajo y puede generar impulsos positivos.
Los acuerdos de precios son como la mentira. Tienen patas cortas. Es que con la inercia inflacionaria, es poco lo que se puede comprometer. Además hay dos interrogantes. Por un lado, la evolución del precio de los combustibles, que no está sometido a ningún congelamiento y depende de variables internacionales y de la evolución de mercado cambiario. El segundo, los sistemas de control que se puede poner para verificar el correcto cumplimiento de los acuerdos. Ya es bastante conocido el problema de desabastecimiento que suele ocurrir cuando los costos superan los precios acordados.
Respecto a los préstamos para jubilados y beneficiarios de AUH, es solo un paliativo que termina endeudando a un sector débil, permitiéndole consumir un poco más ahora pero a cuenta de ingresos futuros. Pan para hoy y hambre para mañana, decía la abuela.
Ese consumo puede producir un efecto transitorio siempre y cuando la mayor demanda no genere nuevos aumentos de precios. Respecto de los planes Procrear, con un subsidio del 20%, es usar plata de toda la sociedad en beneficio de 10.000 familias. La mayoría de los que van a subsidiar no califican para los préstamos.
Hay dos medidas indirectas que pueden aliviar un poco el panorama. La decisión del Banco Central de congelar los límites de la banda de intervención cambiaria tiene por objeto ponerle un límite al horizonte del precio del dólar. En lugar de achicar la diferencia entre ambas puntas se tomó la decisión de congelar ambas, con la salvedad que si el precio de la divisa perfora la base el BCRA no saldrá a comprar (para no emitir pesos) y si supera el máximo saldrá vender U$S 150 millones diarios. Los problemas no se verán ahora ya que entre la liquidación de exportaciones y las ventas de los dólares del Tesoro el billete está más que ofrecido y la tendencia es a seguir en suave caída.
La otra decisión es la de prohibir a los bancos cobrar aranceles por depósitos en efectivo, que se había transformado en un impuesto arbitrario creado por los bancos y afecta a todas las pymes. Otra decisión importante es la de imponer a las emisoras de tarjetas de crédito la obligación de liquidar los cupones presentados dentro de los 10 días. Medidas que pueden ayudar algo, pero no son estructurales. Algunos dicen que dadas las circunstancias hay que agarrarse de los que se puede para salir, pero todo dependerá de la confianza que las medidas puedan generar en la población y en los empresarios. Mientras tanto, la oposición critica y algunos más críticos son muy ácidos.
Roberto Cachanosky dijo que “aunque parezca un trabalenguas, son medidas populistas de un gobierno antipopulista para evitar que llegue otro gobierno populista”. Solo resta saber si se recupera la confianza, si alcanza y se puede llegar a octubre.