La muerte de Carlos Menem hijo fue producto de un “atentado” perpetrado “probablemente” por el partido islámico libanés Hezbollah, aseguró ayer ante la justicia federal su padre. El ex presidente Carlos Menem equiparó el hecho con los ataques previos a la embajada de Israel y de la AMIA, también ocurridos durante su mandato.
Pero su ex esposa Zulema Yoma, madre del joven que murió el 15 de marzo de 1995 cuando el helicóptero que piloteaba cayó a tierra cerca de la ciudad bonaerense de Ramallo, sostuvo que es falsa esa afirmación de Menem y que la muerte de su hijo se debió a un “narcoatentado”.
Así, tras lo que ella definió como una reunión “tensa”, volvió a replicarse una pelea que empezó hace 21 años.
Menem se limitó a presentar ayer un escrito sin responder a preguntas durante la audiencia de casi cuatro horas que tuvo lugar en su despacho del Senado de la Nación ante el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo con la presencia de Zulema Yoma, de la hija de ambos, Zulemita, y de los abogados de las partes.
Menem, asesorado por su abogado Omar Daer, quien reemplazó en marzo pasado a quien ahora representa a Zulema, Juan Labaké, sostuvo que la muerte de su hijo fue el “tercer atentado” sucedido durante su primera presidencia, tras los que destruyeron la embajada de Israel el 18 de marzo de 1992 y la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia) el 18 de julio de 1994.
Después de asegurar que “acontecimientos extraordinarios” como esos podrían ser “planificados y ejecutados únicamente por el terrorismo internacional”, Menem dijo que solicitó la participación de los principales servicios de inteligencia internacionales (el FBI y la CIA estadounidenses, el Mossad israelí y el Centro Nacional de Inteligencia español), los cuales “concordaron que probablemente” los tres atentados “habrían tenido su génesis o vinculación con el Hezbollah”.
De este modo suscribió la hipótesis sostenida por Estados Unidos e Israel según la cual esa organización fue la responsable de los tres hechos, con apoyo del gobierno de Irán, aun cuando en el caso de la embajada la Corte Suprema de Justicia tiene paralizada la investigación, y en el de la AMIA la investigación permanece inconclusa y apunta a Irán.
Además, Menem vinculó a su entonces canciller, Guido Di Tella, fallecido en 2001, al indicar que éste “tomó conocimiento de las documentaciones que provenían de los informes de los embajadores de las potencias internacionales con asiento en Argentina”. Y “en ese contexto -agregó-, Di Tella me recomendó por voluntad propia que no decidiera ninguna represalia o respuesta política porque nuestro país era considerado un 'blanco elegido' para nuevos atentados terroristas”.
“Menem no aportó nada. No quiso decir la verdad”, dijo a la salida el abogado de Zulema Yoma. Labaké calificó de “disparate, invento y un pretexto absurdo y peligroso para el país” la acusación a Hezbollah. Además, dejó abierta la posibilidad de denunciarlo por falso testimonio ya que “esconde algo” y que en anteriores oportunidades había negado ante la justicia que la muerte de su hijo se tratara de un atentado.
La audiencia dejó en claro, por lo pronto, que Menem informó mezquinamente respecto de lo que había dicho en el escrito que presentó en marzo pasado. Entonces aseguró que la muerte de su hijo había sido un “atentado” y que sabía “quién, cómo y por qué” lo realizó, pero que no podía declarar por estar bajo secreto de Estado. Al final lo hizo ayer después de que el presidente Mauricio Macri lo eximiera de esa obligación.