Febrero y marzo son meses privilegiados para ver las Auroras Boreales en el Ártico. El fenómeno natural es más que el resultado del choque entre los rayos solares con el campo magnético de la Tierra generando una alucinante proyección de luces de colores, especialmente verdes, a veces fucsia, rojo, violeta o azul, sobre la inmensidad negra de los cielos invernales del norte.
Fue el astrónomo francés Pierre Gassendi quien bautizó a las luces del norte con el nombre de "aurora", como la diosa romana del amanecer, y no se equivocó. El fenómeno bien se parece a algo divino o al menos es preferible creerlo así antes que comprender las explicaciones científicas.
Para los indios iroqueses, la aurora es una puerta, el punto de entrada de las almas a la tierra. Los inuit de Alaska y Groenlandia, en tanto las consideran espíritus de los antepasados.
Los sami por su parte tienen una explicación ¿más terrenal? Dicen que es el efecto que causa la cola de los zorros al golpear en la nieve, esas chispas ascienden y genera la potente luz. Pero en todos los casos es señal de buen año.
Los viajeros pueden pasar noches enteras persiguiendo auroras, sus cámaras prestas a capturarlas y el corazón ardiente. bajo el frío indescriptible de Finlandia o Noruega. Se ofrecen varias actividades para pasar el rato: desde cruceros temáticos, desde U$S 300 por 5 días; esquí de fondo, paseos en huskies, desde U$S 80 charlas con científicos y más.
Pero una de las mejores formas de dejar transcurrir las horas. en La Ponia finlandesa, el hotel Kakslauttanen Arctic Resort (www.kakslauttanen.fi), cuenta con 32 cabañas de madera, 20 iglúes de nieve y 20 iglúes con cúpula de cristal. Estos últimos permiten ver el cielo desde el interior.
