Un cambio cargado de simbolismo

Un cambio cargado de simbolismo

Durante su infancia en Oklahoma, Becky Hobbs veía que los ancianos cherokee ni tocaban los billetes de 20 dólares por el desprecio que sentían hacia Andrew Jackson. Aún hoy, esta compositora de 66 años pellizca el rostro de Jackson cada vez que se topa con uno de esos billetes.

Para Hobbs y tantos otros descendientes de los pueblos originales, la decisión del Departamento del Tesoro de reemplazar la imagen de Jackson con la de Harriet Tubman en esos billetes es muy significativa.

Jackson fue un presidente dueño de esclavos que obligó a los cherokee y a muchas otras naciones indígenas a realizar extenuantes marchas hacia sus tierras del sur, y será sustituido por una abolicionista afroamericana que arriesgó su vida para liberar a otros. Algo sin precedentes.

“Nos encanta que Andrew Jackson haya sido obligado a irse”, dijo Hobbs. “El recordatorio constante de que Andrew Jackson fuese glorificado es algo triste y enfermizo para nuestra gente”.

La decisión del gobierno de Barack Obama es algo especial en muchos sentidos: nunca hubo una mujer en un billete y nunca hubo nadie de raza negra y se vienen más cambios en otros billetes: Martin Luther King y la cantante de ópera Marian Anderson figurarán en el reverso de los billetes de cinco dólares y las sufragistas que defendían el derecho de las mujeres a votar aparecerán en el reverso de los billetes de 10 dólares.

La presencia de Tubman en los billetes es algo que mucha gente espera desde hace tiempo y llega en momentos en que hay intensos debates en torno a los símbolos que los estadounidenses deciden honrar, incluidos la bandera de la Confederación y las estatuas que están siendo retiradas de edificios públicos en el sur del país. “Cada vez que tomo un billete de 20 dólares me recuerda que no podemos ignorar ni fingir que no tuvimos 400 años de esclavitud”, afirmó Amrita Myers, historiadora de la Universidad de Indiana.

“No solo va a ser la primera figura histórica afroamericana en las divisas de Estados Unidos, sino que es una mujer específicamente de la era de la esclavitud”, afirmó Myers. “Vivimos en una nación a la que no le gusta reconocer su historia de opresión racial y de género. Las mujeres negras experimentaron ambas cosas simultáneamente”.

Para Suzan Shown Harjo, presidenta del Morning Star Institute, una organización que defiende los derechos de los pueblos originales, el cambio está cargado de simbolismo.

“Un país define lo mejor que tiene poniéndolo en una estampilla o en el dinero”, dijo Harjo, quien es descendiente de cheyennes y muskogees. “Le dice a los demás ‘esto es lo que quiero que pienses de nosotros, esta es nuestra mejor gente’”.

A diferencia de todos sus predecesores, Jackson, quien fue presidente de 1828 a 1836, llegó a la Casa Blanca como una figura que hizo fortuna por sus propios medios y con un mensaje que tuvo mucho eco en un país que afianzaba su democracia medio siglo después de declarar la independencia, pero para los pueblos originarios, Jackson es un genocida, todo lo contrario de una figura unificadora.

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