A pesar de las advertencias de que sus esperanzas de lograr rápidamente una vida mejor en Europa eran vanas, miles de migrantes seguían agolpándose en las playas de Turquía y abordaban embarcaciones para la riesgosa travesía a Grecia. Cinco de ellos, incluido un bebé, murieron en el intento.
Los que llegaron a Grecia enfrentan un futuro incierto. Decenas de miles están varados en el país, muchos de ellos acampados en terrenos fangosos con acceso esporádico a la ayuda humanitaria. El cierre de la frontera con Macedonia significa que no hay esperanzas, al menos por el momento, de embarcarse hacia la llamada ruta occidental de los Balcanes.
Más de un millón de migrantes han llegado a Europa en el último año, la mayoría de ellos a Grecia en botes desde Turquía, donde se han congregado millones que huyen de la guerra, la persecución o la pobreza abismal. Transportados a tierra firme de Grecia desde sus puntos de arribo, la mayoría se dirigen a Macedonia y de allí a Serbia, Croacia o Eslovenia, los puntos de entrada a Austria y las naciones más prósperas.
Casi 42.000 personas están varadas en Grecia, incluidas 14.000 cerca del cruce, muchas de ellas en pequeñas carpas. La lluvia torrencial ha agravado las condiciones ya desesperantes, ya que las carpas se hunden en el fango y se hace imposible encender fuego. Unos 70 niños han recibido tratamiento para fiebre y diarrea, dicen las autoridades.