Tranquilamente podría haber sido la letra chica del contrato que firmó para reemplazar a Jorge Rial en "Intrusos" (de lunes a viernes de 13 a 15.30): "Pedí que me hicieran un puff para poder levantar los pies cada tanto, porque ni loca me voy a agarrar arañitas en las piernas por estar dos horas y media ahí quieta frente a la cámara", confiesa Moria Casán, la mujer que logró que la producción le hiciera "una especie de silloncito" rojo sólo para ella.
Datos como ése, y algunas perlitas más de lo que no se ve en pantalla, en este reality periodístico de siete horas junto a "la conductora de América", con dos programas diarios en el aire.
La cobertura del miércoles 3 se inició a las 12, unos minutos después de su llegada al canal. Se había levantado a las 8 en su casa de Parque Leloir (Buenos Aires). Luego hizo media hora de cinta, se duchó, desayunó, tomó su medicación homeopática (lo hace siete veces por día, dos de ellas en los cortes de sus ciclos) y subió al remís que la llevó a América.
“Yo viajo sentada adelante porque si voy atrás me descompongo. Y aprovecho los 50 minutos de viaje para repasar en el celu todos los portales de chimentos”, cuenta sobre cómo se prepara antes del vivo.
Rodeada por su séquito de colaboradores, es raro verla sola. Siempre alguien tiene a mano lo que ella está por pedir. Y ahí firme asoma Galo, su asistente personal, el que supervisa la previa en el camarín del primer piso. Allí elige su primer look: pantalón blanco con vivito dorado y camisa negra rayada.
La maquillan, la peinan, se calza una riñonera transparente y elige -como hace a diario- bajar al estudio por escalera: “El ascensor te lleva al sedentarismo y lo mío es mo-vi-mien-to”.
Abajo la esperan los seis panelistas (Marcela Tauro, Damián Rojo y Guido Záffora a su izquierda, y Adrián Pallares, Daniel Ambrosino y Angie Balbiani a la derecha). El locutor, Fabián Cerfoglio ("La mega One"), la presenta como la gran diva que es, mientras Luis Miguel suena de fondo. Y ella, más vedette que periodista, baja los cuatro escalones del estudio como si fuera una revista del Tabarís. Queda comprobado que el cuerpo tiene memoria.
Si bien la estructura de “Intrusos” es la que impuso Rial, la nueva versión tiene el sello de Moria: mucha primera persona, mucha anécdota de sus 50 años arriba del escenario, mucha salida impulsiva.
Pero hay momentos, como cuando se habla de un supuesto acoso de Fabián Gianola a una actriz, en los que escucha más de lo que habla: "Yo meto bocadillo cuando tengo algo para decir. Y ellos, de algunos temas, manejan más data que yo", explica en el primero de los tres cortes, en el que aprovecha para chequear el teléfono y hablar con Tamara, la productora, que le ajusta la rutina del día.
Fresca y con cierto "timing" periodístico, se la vio cómoda en el reportaje que le hizo a "Guillermo", amigo suyo y dueño de El Corralón, quien habló de las últimas horas de Rodrigo (que murió hace 18 años) en su restaurante. En el caso "Nicole- Cubero-Mica" también tomó las riendas del tema.
En el tercer corte, Sol le corrige el maquillaje, Galo le acerca una banana y el cóctel de pastillas que "tomo para todo, para circulación, para anti-age, para estar mejor. Yo me siento divina".
Las frases de Moria, siempre, merecen un párrafo aparte, por eso, más abajo, va un compilado con las mejores respuestas a un mano mano durante el almuerzo, en un restaurante a la vuelta del canal.
Cuando los tapes van al aire, se concentra en el monitor, echa mano a la experiencia teatral de estar expuesta aunque no sea su momento.
Al recibir la seña de los PNT (la publicidad no tradicional, que lee en los largos carteles manuscritos que le arma la producción), se pone los anteojos y pasa letra como si no leyera, como si hablara su personaje de "Brujas" repitiendo un guión aprendido con disciplina.
Así se hacen las 15.30, termina el programa, saluda a a sus compañeros, pone sus manos debajo del alcohol en gel que hay en la puerta del canal y sale rumbo al restaurante, seguida por su entorno. De un auto naranja, con una escalera apoyada en el techo y dos baldes que asoman por la ventanilla, le gritan "Moria, mamita, vení que te llevo". Ella saluda, sonríe y su lengua filosa la lleva a susurrar que "Ahí me subo sólo con la antitetánica". Todo muy Moria.
Elige pescado grillado con ensalada, helado de chocolate y un tecito que no llega a tiempo, porque esta charla la demoró. Las dos cuadras de regreso al canal son desopilantes, con gente que la piropea, ella se engancha y más de un peatón ya tiene anécdota con un famoso para contar en los cumpleaños.
Ya son las 16.50. Sube otra vez a su camarín, se cambia: ahora va por "esta especie de bota-calza maravillosa. Parezco el Príncipe Valiente, ¿no?", pregunta enfundada en esa mega-lycra violeta, debajo de un spolverino lila.
Retoque de maquillaje, charla con su productor de la tarde, Tucho, se cruza por los pasillos con las “Incorrectas” (de 17.15 a 18.45), beso, chiste, arenga afectiva entre mujeres, baja por la escalera y nuevamente acción.
Ahora está en otro estudio, en el que conviven el escritorio de sus panelistas (Nora Cárpena, Carolina Papaleo, Silvina Luna, Mica Viciconte, Agustina Kämpfer y Julieta Kemble) y un sillón con curva donde ella hace las entrevistas. Hoy, la primera invitada del día es Marixa Balli. Más tarde, un grupo de madres que necesitan recurrir al cannabis para tratar las enfermedades de sus hijos. Moria se mueve bien en los dos climas, dosificando el afecto cuando el tema lo amerita.
Aquí también hay PNT y cortes. Y en la tanda llega Galo con la medicación y con "un líquido proteico de chocolate que tomo todas las tardes".
Programa pensado por ella, "'Incorrectas' busca que las mujeres digamos lo que pensamos. Y podamos debatir sobre lo que fuere". Claro que a veces todas quieren hablar al mismo tiempo y eso lleva a que, terminado el ciclo, se imponga una charla debate para poder repartir el juego de las voces sin lastimar los egos.
Ya son las 18.50. Podría volver a su casa. Pero no su hoja de ruta sigue: fue elegida para inaugurar un hotel y luego cenará con sus compañeros de "Intrusos". Y, más tarde, ya en su casa, tuiteará sobre los momentos del día.
"Te juro, yo no sé lo que es el cansancio. Mi laburo es entretenido... No es un padecimiento. A veces envidio a esa gente que dice 'Quiero llegar a casa para tirarme en la cama porque no doy más'. No sé qué es no dar más, pero me gustaría probarlo algún día. Trabajar es mi forma de libertad", reconoce mientras camina, sube o baja. No para. Hay que seguirla. "¿Sabés cuál es mi secreto? Yo medito mientras trabajo". Encima, medita.