Al menos 34 personas murieron y otras 125 resultaron heridas en un atentado con coche bomba en el centro de Ankara ayer, poco más de tres semanas después de un ataque suicida que dejó 29 muertos en la capital turca.
“Treinta personas murieron en el acto y otras cuatro en el hospital”, declaró el ministro de Salud turco, Mehmet Muezzinoglu, a la prensa al final de una reunión de seguridad convocada por el primer ministro Ahmet Davutoglu.
Un balance anterior del gobierno capitalino señalaba 27 muertos y 75 heridos. “La detonación fue causada por un vehículo repleto de explosivos cerca de la plaza Kizilay”, anunció la oficina del gobernador en un comunicado.
La explosión se registró a las 18.45 locales (13.45 argentina) en esta animada plaza situada en pleno corazón de Ankara, que alberga numerosos comercios y una estación de metro por la que transitan muchas líneas de autobús.
Numerosas ambulancias fueron enviadas al lugar del atentado, según imágenes de las cadenas de información turcas, que también mostraron varios autobuses totalmente calcinados.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, convocó a una reunión de seguridad urgente con los principales ministros concernidos y los responsables de los servicios de seguridad, informó la agencia de prensa Dogan. “Las primeras constataciones apuntan a un atentado suicida”, declaró un responsable de los servicios de seguridad turcos que pidió anonimato.
Al menos 23 personas murieron en el acto, las otras durante su traslado hacia hospitales y en estos, lo que demuestra la violencia de la explosión, según la cadena de televisión CNN-Türk.
Los heridos, “una decena de los cuales se encuentran en estado grave”, fueron trasladados a 10 hospitales de la capital, había indicado a la AFP una fuente médica.
El atentado no ha sido todavía reivindicado.
La policía turca desplegó importantes efectivos para bloquear los accesos a la plaza, sobrevolada por helicópteros, según un fotógrafo en el lugar.
El 17 de febrero, un atentado suicida con coche bomba, reivindicado por un grupo de disidentes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, separatistas kurdos) contra autobuses que transportaban personal militar, dejó 29 muertos cerca del lugar de la explosión de ayer. Este grupo, los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), asumió la responsabilidad del ataque tres días después y amenazó con otros, en particular contra lugares turísticos turcos.
El viernes, la embajada de Estados Unidos en Ankara había difundido un mensaje a los ciudadanos norteamericanos presentes en Turquía advirtiéndoles de un “posible atentado terrorista” en la capital en el barrio donde se registró la explosión del 17 de febrero.
El presidente islamo-conservador turco Recep Tayyip Erdogan atribuyó, “sin la más mínima duda”, ese atentado a los combatientes kurdos sirios de las Unidades de Protección Popular (YPG), con el apoyo del PKK.