Y así como Cornejo cerró 2018 sin grandes sobresaltos políticos y con las cuentas provinciales ordenadas, el nuevo año llegó con problemas no deseados, pero difícilmente imprevistos, derivados de la caótica puesta en marcha de la reestructuración del transporte público de pasajeros.
Decíamos hace una semana que el Gobernador había ordenado vacaciones cortas, rápidas, a sus colaboradores para que el calor de enero no relajara la gestión teniendo en cuenta que el año electoral se presenta intenso y con resultados inciertos. Y él dio el ejemplo anunciando que el primer día hábil del año estaría ya en su despacho. Lo hizo.
El 2 de enero encontró a Cornejo trabajando. Posiblemente su intuición, su innato olfato político, lo llevó a prever algún tipo de inconveniente en la puesta en marcha de los nuevos recorridos de colectivos y por eso quiso estar.
Si esa fue la intención, hay que acreditarle méritos a la actitud. Pero probablemente nunca imaginó el jefe del Ejecutivo el descomunal desorden que ganó las calles del Gran Mendoza. Nadie debe haber pensado que la habitualmente tranquila primera jornada hábil del año se transformara en la airada expresión del malhumor de la mayoría de los usuarios de colectivos ante la falta de coordinación puesta de manifiesto.
Cornejo asumió la responsabilidad de su gobierno por el desorden del primer día, que siguió varias jornadas más, pidió disculpas y también paciencia a los mendocinos.
También dispuso la gratuidad del servicio durante una semana, una medida que le da pie a la oposición para pedir alguna rendición de cuentas.
El justicialismo local, ahora conducido por Guillermo Carmona, picó en punta como oposición para sumar críticas al desorden en las calles que marcó el arranque del nuevo sistema de transporte. Pero la iniciativa fue de la gente, que se organizó para manifestar su bronca por los problemas que tuvo para poder viajar en estos días. Le cuesta a la oposición en general captar el descontento pero, aunque marchando detrás del reclamo, se suma a las movilizaciones y organiza reuniones para tratar de delinear acciones concretas. Por eso hubo una cita en la sede del PJ provincial con organizaciones de trabajadores y de usuarios para mantener el reclamo, que incluye el fuerte incremento en el precio del pasaje dispuesto por el Ejecutivo en simultaneidad con los nuevos recorridos. Más allá de lo actuado por la conducción del PJ, hay sectores del peronismo local, como el que lidera, entre otros, Guillermo Elizalde, que opinan que no se debe perder la oportunidad de debatir el funcionamiento del transporte público como una política de Estado. E insisten con el planteo a Cornejo para la conformación de una mesa de diálogo que incluya a empresarios de ómnibus y a representantes de los usuarios, además de las representaciones partidarias.
Difícilmente se abra esa puerta porque el actual gobierno dice haber estado trabajando en la propuesta desde el comienzo de su gestión. Eso exige a las autoridades procurar con la mayor rapidez posible la optimización del nuevo servicio. Es uno de los ejemplos de cómo los errores políticos en cuestiones sensibles pueden torcer el rumbo de un gobierno por más orden y eficiencia que haya mostrado hasta el momento.
Por otro lado, Cornejo comienza a contar los días que restan para definir el calendario electoral provincial e ir perfilando candidaturas, tema en el cual tendrá notable protagonismo. Se sabe que el panorama económico nacional sigue preocupando al Gobernador. La apuesta de la Casa Rosada a un repunte en el segundo trimestre del año no lo seduce. Desconfía de una rápida evolución, más allá de que los números mejoren a partir del segundo semestre, cuando deban realizarse las PASO nacionales y las presidenciales.
Si bien mediciones de consultoras nacionales realizadas recientemente en Mendoza confirman que la imagen de Cornejo y la consideración popular de su gobierno son ampliamente superiores a la de Macri, la experiencia indica que nadie puede confiarse en un contexto tan complicado como el que se presenta en el país. El Gobernador no quiere que un descuido ponga en peligro la continuidad del radicalismo al frente del gobierno de Mendoza.
En el despacho de Cornejo miran con atención los pasos que da a nivel nacional el justicialismo. Si, como ha trascendido con fuerza en círculos políticos y en algunos medios, existiese la posibilidad de que el cristinismo decidiera apoyar otra candidatura (¿Lavagna?) para de esa manera encolumnar a todo el justicialismo, las cosas en esta provincia podrían merecer mayor atención por parte del oficialismo porque el PJ, que sigue sin tener referentes claros y capaces de llegar al electorado, tendría mayores chances aprovechándose del arrastre nacional. En cambio, si prosperara la estrategia macrista de potenciar a los gobernadores del PJ no kirchneristas para así mantener la división del peronismo, también aquí se favorecerían las expectativas de Cambia Mendoza de mantener el poder por cuatro años más.
En cuanto a la puja interna local, De Marchi insiste con que su precandidatura no tiene marcha atrás y sólo le cabe esperar si se abre más adelante algún canal de negociación con el radicalismo de Cornejo o si, como todos suponen hasta ahora, los caminos conducen a una disputa en las PASO entre él y quien surja por el lado del Gobernador.
La premura por las definiciones en medio del complicado contexto nacional podría jugar a favor de las aspiraciones del intendente capitalino, Rodolfo Suárez, con números más alentadores en las mediciones locales. Conjeturas de un verano doblemente caliente, porque a las temperaturas rigurosas de enero se suman tiempos que se acortan más rápido de lo pensado. Cornejo no sólo apuesta a que su gestión sea bien plebiscitada; como titular del radicalismo nacional tiene que vislumbrar el rol de su partido en medio de un año electoral incierto.
